Editorial.

Dieron pena, si se le puede llamar pena al triste papel que dos funcionarios del gobierno de la 4T de Veraruz, dieron en sus respectivas comparecencias para ampliar el tercer informe de su jefe el gobernador del estado, en un acto que se le ha dado por llamar Glosa.

En un comparativo para ver y saber quién obtuvo un mayor puntaje por el enorme ridículo que fueron a hacer ahí, al Congreso del Estado, la llamada Casa del Pueblo de Veracruz, resultaría difícil emitir una calificación acertada, toda vez que ambos, dieron  mucho de qué hablar.

Uno de esos funcionarios fue el actual secretario de Salud, de nombre Roberto Ramos Alor, quien, a decir por su conducta hostil en contra de las mujeres, se vio y quedó demostrado que la tolerancia y el respeto no  tienen cabida en su regordeta figura.

En su comparecencia ante los diputados de la LXVI Legislatura, el galeno, salido de sus cabales y como si hubiese estado bajo la influencia de alguna sustancia extraña, manoteó y trató de rebatir lo que todos los veracruzanos conocen, saben y padecen desde que el ahijado de doña Rocío Nahle llegó a ocupar el cargo como secretario de Salud.

Para nadie es un secreto que en los hospitales faltan medicamentos, que los servicios de salud en Veracruz están por los suelos, que las obras de remodelación o construcción, por la forma en que son asignadas, son un verdadero cochinero; que el trato al personal que trabaja en los servicios de salud es arbitrario y no se respetan sus derechos humanos, que el doctor Ramos Alor no mueve un dedo si no se lo ordena su jefa, etc.

Nada de lo que pasa en el sector salud es desconocido para los veracruzanos, menos para los padres de los pequeños que padecen cáncer quienes por más que gritan y se manifiestan, nadamas gritan en el desierto, porque el doctor “ni los ve, ni los oye y ni los pela”

La otra funcionaria de la era cuitlahuista que fue a comparecer ante los legisladores y que habrá de quedar para el anecdotario de Veracruz, fue la Contralora General del estado, de nombre Mercedes Santoyo Domínguez, una ingeniero en procesamiento de alimentos, la cual de lo que hace y se debe de hacer al interior de la Contraloría General del estado, sabe lo mismo que un niño de 4 años de física cuántica.

Enredada en un maremágnum de disparates, sin saber qué contestar, sin el apoyo de sus auxiliares quienes, por lo que se vio, están igual de neófitos que ella, doña Meche no supo que decir ni contestar cuando de la creciente corrupción que prevalece a los ojos de todo el mundo, los diputado le hablaron; tampoco supo decir nada del acoso a las féminas en varias dependencias, incluyendo las que se han dado a conocer y que ocurren en la Secretaría General de Gobierno, de lo que solo atinó a decir que “ignoraba tales hechos”. Como si eso la justificara.

De los actos de corrupción que desde el inicio de la actual administración se han mencionado en todos los medios de comunicación, la ingeniero especialista en procesamiento de alimentos, dijo no saber nada.

Obvio es entonces y huelga decir que la encargada de vigilar que sus compañeros de gabinete, aparte de no meter la pata, tampoco le metan la mano al cajón, tampoco sabe ni ha visto nada. Al respecto podemos decir que la Contralora del Estado, aplica, a su favor la tesis china de “no veo, no oigo y no hablo”

Lo que se ve no se juzga, decía el Dio de Juárez, pero la única que parece no ver, luego entonces, lo que están haciendo sus compañeros de la 4T, es la encargada  de vigilar y sancionar, porque para eso la nombraron en el cargo.

Después del enorme ridículo que fue a hacer ante los diputados del estado, luego de evidenciar y dejar constancia de su palmaria ignorancia, después de enterarse de que muchos funcionarios, como se dice en el argot político, se está yendo lisitos, bien haría y convendría que doña Meche Santoyo Domínguez, en su calidad de Contralora General del Estado de Veracruz, empezara a revisar todas y cada una de las declaraciones Patrimoniales de los integrantes del gabinete de don Cuitláhuac García Jiménez, nadamas como para que vaya haciendo un comparativo de lo que tenían cuando entraron y de lo que poseen ahora… ¡a tres años de gobernar con la 4T!

La pregunta es: ¿mantendrán a estos dos ineficientes, incapaces y groseros funcionarios en sus cargos?

Vale la pena recordar la consigna popular: No tiene la culpa el indio, sino quién lo hace compadre.