Dice un viejo y conocido refrán que: Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila. Y es cierto.

Las campañas políticas, más allá de quien las puso a funcionar en las democracias modernas, han servido también para prometer y prometer sin parar de todo lo que se va  a hacer, sin que, obviamente, se haga.

-Hay que apostarle a la mala memoria. Lo que ahorita se diga, mañana ya se olvidó y no habrá quien reclame ni diga nada, se escucha decir entre políticos.

Por ejemplo:

El dirigente de un partido ecologista, afirma que el desabasto de medicamentos que ahora padece el país, se habrá de acabar el día que su partido gane la presidencia de la república y se construyan fabricas en donde se haga todas las medicinas. Desde un mejoral hasta la más costosa, obviamente para el cáncer, la diabetes y para todos los males.

Un aspirante a diputado federal por la zona rural, ofrece enseñar y asesorar a los campesinos para que utilicen en el campo, en sus parcelas, maquinaria y tecnología de punta,  obvio que él promete traerá si el voto le es favorable el día de la jornada electoral.

Otro aspirante opina que “si el gobierno no te da agua, que te pague las pipas hasta las puertas de tu casa” Y, “vamos a crear grandes sistemas de captación y almacenamiento de agua de lluvia, para que nunca te falte en tu casa”

Desde luego no faltan los candidatos (as) que ofrecen becas, uniformes y útiles escolares para todas las niñas y niños desde el kínder hasta la prepa y becas para todos los estudiantes universitarios, amén, claro está, de construir más universidades.

Los hay quienes también ofrecen acabar con la inseguridad, el desempleo, la falta de medicamentos, mejorar la infraestructura hospitalaria que, dicho sea de paso, está hecha un asco; mejorar las condiciones físicas de las escuelas de todos los niveles que, también dicho sea de paso, están para llorar, porque muchos planteles en todo el territorio veracruzano carecen de luz eléctrica, de pizarrones y… ¡hasta de sanitarios!

Y también hay quienes aseguran que van a arreglar la red carretera que, también dicho sea de paso, es una verdadera pena y un evidente peligro transitar por ellas; y así, prometen y prometen, incluso acabar con la corrupción.

Por ello, si ustedes me lo permiten, narraré aquí un pequeño cuentecillo.

Cuentan que un agente viajero, vendedor de todo, transitaba por las carreteras de todo el país, sufriendo los embates que le prodigaban los tremendos baches que por su camino se encontraba.

Un día, luego de sufrir una avería en su automóvil, a la par de tirar maldiciones a diestra y siniestra, tuvo un deseo en voz alta.

-¡Cómo quisiera que hubiera alguien que construyera una carretera de ocho carriles desde Yucatán hasta Chihuahua!

En eso, por tanto coraje que tenía, le dio una patada a un objeto que parecía una lata. Pero, resultó ser una lámpara maravillosa. El genio salió de la lámpara y le dijo:

-Mi amo, me has liberado, pídeme lo que quieras y te lo concederé.

Para rápido el intrépido y encabronada agente viajero, le dijo:

-Quiero una carretera de 8 carriles desde Yucatán hasta Chihuahua.

Le dice el genio de la lámpara.

-¡Uy, mi amigo, me la pones difícil. Es más fácil que se acabe la corrupción y la impunidad juntas, antes de que se pueda hacer una obra como la que pides.

-¡Ah!, dice el viajero: ¡¡entonces que se acaben la corrupción, la impunidad y que vayan a la cárcel todos los funcionarios que se roban el dinero que debe ser aplicado para que existan buenas carreteras en el país!!

-Disculpa – le dice el genio de la lámpara: ¿de cuántos carriles dices que quieres la carretera?