Mucho se ha hablado del próximo – y obligado- regreso a las aulas este 30 de agosto. Las opiniones son encontradas. Unos a favor, otros en contra. Ha imperado las critica en contra de las autoridades educativas y del mismo gobierno, quienes han manifestado que el regreso a clases tiene obligatoriedad, en tanto que docentes y padres de familia manifiestan su rechazo ante la impositiva medida y ante el inminente riesgo de contraer el coronavirus.

Y los comentarios de una sociedad cada vez más y mejor informada, crecen y se difunden de una manera vertiginosa.

La oportuna intervención de las organizaciones sindicales, quienes ven, en el regreso a las aulas, un altísimo riego de que sus agremiados resulten contagiados, ha obligado al propio gobierno a reconsiderar la tajante orden dada hace apenas unos días desde la oficina principal de Palacio de Gobierno allá en la Ciudad de México.

Por su parte, los padres de familia, enterados de que la batalla, dígase lo que se diga, hasta ahora la va ganando el SaRs-Co-2, han puesto el grito en el cielo y ponderan en aceptar o no el regreso clases.

Más allá de todo ello, también se habla de que los planteles educativos, no se encuentran en las condiciones óptimas que se requieren para hacer efectivo el retorno de los alumnos y maestros. Una gran cantidad de escuelas han sido vandalizadas y a estas alturas ya no tienen ni utensilios en los baños; otras no cuentan con servicio de agua ni de electricidad; otras más no cuentan con servicio de internet; y la mayoría se encuentra convertida en verdaderas junglas.

Y, aún hay más. Los propios adres de familia y los maestros, desconocen si en los planteles escolares va a haber suficiente gel sanitizante, tapetes para los pies de quienes ingresen y un aparato para medir la temperatura.

También se desconoce si el gel, la toma de temperatura, el chequeo del correcto uso del cubre bocas, va a correr por cuenta y riesgo de los maestros y del persona de intendencia administrativo o la Secretaría de Educación de cada Estado habrá de contratar el personal adecuado para que realice dichas acciones.

Y por igual se ignora si ya existe un protocolo de atención para cuando se detecte a alguna persona contagiada.

Pero, ante la declaratoria de que alumnos y maestros habrán de regresar a clases en este 30 de agosto, “llueva, truene o relampaguee” sería bueno preguntar si, aparte de arreglar las escuelas, también ya se cuentan con los suficientes espacios en los hospitales así como personal y medicamentos para, en caso de ser necesario, atender lo que ya todo mundo vaticina que va a ocurrir.

Hasta la próxima.