“Aquí no hay amistad que valga”, respondió un sempiterno dirigente obrero, luego de la detención de un líder petrolero, allá por los finales de los años ochenta. Al detenido le dejaron caer encima toda la fuerza del estado y el vetusto líder obrero siguió gozando de cabal salud y … lo demás es historia.

Hoy, varias décadas después, en otro partido, con otras circunstancias, se vuelve a vivir algo semejante. También, obviamente, los actores son otros.

Podríamos retomar la expresión de los Tres Mosqueteros, aquella historia de Alejandro Dumas, en la que, con fuerte voz, externaban: ¡Todos para uno y uno para todos”! Claro, siempre y cuando se nos permita hacer una leve modificación, para quedar así: ¡todos para uno y todos contra todos”

Me explico.

En el escenario político que se está viviendo, de manera particular en Veracruz, parece que sí, realmente están “todos para uno y todos contra todos.

Lo de todos para uno, se refiere a que todos buscan el mismo objetivo, alcanzar la silla principal que se ubica en el edificio localizado frente a la plaza de los lamentos, también llamada Plaza Lerdo, aquí en Xalapa.

Y, lo de todos contra todos, es el enfrentamiento que se está generando por eliminar al adversario o contrincante que tiene las mismas aspiraciones.

Apenas ha empezado la fiesta, apenas se han servido los primeros tragos y muchos de los asistentes ya andan más que mareados, incluso, con ganas de pelear y sacar las armas.

Un aspirante de color le anda picando la cresta a un exsuperdelegado, éste, se dice amigo de mero preciso; un veracruzano que recién apareció en el estado, le reclama a una candidata importada de otro estado, su derecho para ser favorecido y ungido con la bendición y nominación; un funcionario, stripper de profesión y sin preparación, demanda su inclusión y busca a toda costa alcanzar protección futura.

Ahí están, todos para uno, el mismo cargo; y todos contra todos. Ya se está viendo que, por alcanzar la nominación y alcanzar la silla –que no está embrujada- serán capaces de todo con tal de llegar.

Y, replicando a lo expresado por aquel sempiterno dirigente obrero, cuando le detuvieron a uno de los principales integrantes de la Confederación que presidia:  “Aquí no hay amistad que valga”