Cuándo lanzaron la pregunta: ¿Quién quiere ser el sucesor? Sin pensarlo siquiera, todos gritaron con voz potente ¡Yo!

Y, semejando un hándicap en el Hipódromo de Las Américas, a galope tendido, todos arrancaron en busca de alcanzar el anhelado trofeo.

El número 1, no concluía el hándicap de Tabasco, cuando ya se anotaba para participar el torneo veracruzano.

El negro, marcado con el número 2, entrenado y preparado desde hacía un buen tiempo, arrancaba con ánimo de dejar al número 1 atrás.

Tres se aferraba a la tierra que desde hacia buen tiempo había abandonado y portando medallas del Estado de México y de Sonora, pretendía abrirse paso y alcanzar el triunfo.

El número 4, saltando de los escenarios nocturnos y sin preparación, se agarraba con todo para que se le admitiera en la justa; sabía, de antemano, que de no alcanzar el boleto para la carrera, su destino estaría trazado y su final sería el ostracismo.  

El quinto sitio lo lleva el que se dice más conocedor del ambiente en los carriles y reclama la oportunidad. Desde el arrancadero, pelea, tira cabezazos a unos, cocea a otros y se nota que quiere arrancar con todo el ímpetu.

De un momento a otro, habrá de sonar el anuncio de arranque y los veracruzanos están y estarán expectantes del final del nuevo hándicap.

Se sienten y se notan los nervios. Las apuestas son altas. Todos tienen su respectivo favorito.

¡Hagan sus apuestas!