En la semana que transcurre, -pasado mañana- será 8 de marzo y en el mundo entero se habrá de recordar y celebrar –aunque no haya nada que celebrar- el Día Internacional de la Mujer.

De manera paradójica, en muchos lugares, lejos de que haya eventos y actos alusivos a la importante labor y el desempeño de las mujeres en el planeta, lo que se habrá de realizar serán manifestaciones en contra de los gobiernos represivos que no cesan de afectarlas y de criminalizarlas, en lugar de atenderlas, socorrerlas y brindarles la protección debida.

Este 8 de Marzo, habremos de observar en las principales ciudades de la República Mexicana, a cientos, miles de mujeres saliendo a las calles y manifestándose con la fuerza que les caracteriza para exigir que, de una vez por todas, se frenen los feminicidios, las agresiones en todos sus tipos, el maltrato, el acoso del que son objeto, incluso, en las mismas Dependencias de Gobierno y todo aquella actitud machista o misógina que afecte su integridad y dignidad como mujeres.

Veracruz, el Estado que tiene como eslogan: “me llena de orgullo”, y que ocupa un nada honroso segundo lugar a nivel nacional en feminicidios, emulando al patriarca del Palacio Nacional, ha ordenado blindar las instalaciones y colocar barricadas para evitar las pintas y las expresiones de dolor, angustia y de reclamo que externarán ese día las mujeres veracruzanas y de otras partes del estado que se harán presentes para decir: “¡Aquí estamos!” “¡Ni una más!”

La indolencia hacia las féminas va de la mano, aparejada, con la insolencia, esa particular forma de ejercer en el nuevo gobierno y que no otorga ninguna certeza jurídica a las demandantes; pero que, por el contrario, emulando al némesis del patriarca nacional: “ni las veo ni las oigo”, en tanto el número de desaparecidas, violentadas, y asesinadas sigue su aumento imparable sin que la autoridad responsable haga algo para librarlas de dolor al que son sometidas a diario.

Aun con todo ello, nosotros, los que hacemos posible el Portal Proyectos Políticos, desde este humilde espacio, con nuestra solidaridad permanente, les enviamos nuestro aprecio, reconocimiento y el apoyo, así como nuestro cariño sincero acompañado de un fuerte abrazo a la distancia, para que hoy logren alcanzar lo que se proponen: ser atendidas y escuchadas para que no ocurra, nunca más, una agresión en contra de ninguna mujer. Mujer, donde quiera que estés, cualquiera que sea tu religión, color de piel, posición económica, nivel de preparación; donde quiera que habites, en la ciudad, la montaña, en el valle, llegue hasta ti nuestra inmarcesible devoción