En donde todo ocurre, los efectos se multiplican y los daños se sienten, se perciben irreversibles. Y así son.

De un tiempo a la fecha, todo, exactamente todo – economía, salud, seguridad, desempleo, etc.- ha entrado a una espiral, a un tobogán en donde el desenlace se observa ya fatal y no hay forma de detenerlo.

La economía cayendo en los dos primeros meses del 2021, según los analistas, en un 4.4; la salud por los efectos de la pandemia del SARS-CoV-2 – coronavirus, a nivel nacional aproximándose a los 200 mil decesos y Veracruz aportando la terrible cifra de casi 8 mil defunciones, con ya más de 2 millones de casos confirmados y   con una vacuna que se ve llegar a cuentagotas y sin que  exista una adecuada programación para su aplicación, aunque las autoridades digan lo contrario.

La inseguridad, galopando a todo lo largo y ancho de la República Mexicana, – homicidios, robos, secuestros, levantones, cobro de piso, extorsiones, etc.- sin que el gobierno logre ganar un centímetro de terreno a las bandas del crimen organizado.

Empresas, negocios, establecimientos de todo tipo cerrando, bajando sus cortinas por la temible inseguridad, por la pandemia misma, por los altos costos de los servicios – agua, luz, teléfono, renta, empleados, gas, etc., por la falta de apoyos e incentivos y lo que usted quiera y guste anotar, han generado que, del 2019 a la fecha, casi dos millones de mexicanos se encuentren sin  un empleo que les permita llevar el sustento a sus hogares.

Y en esa espiral que nadie puede  ni ha intentado detener, la sociedad está cayendo en estados depresivos de los que les será muy difícil salir.

La espiral, semejante a un tornado, está arrastrando todo a su paso y el desenlace se antoja y avizora más que fatal.

…¡dentro de 98 días habrá elecciones! ¿Se detendrá la espiral?