Como si algo le hiciera falta a la Cuarta Transformación, como   si tres años de gobierno no hubieran sido suficientes para ver todo cuanto hasta ahora se ha visto, como un colofón trágico, nos tenemos que involucrar en la invasión rusa a Ucrania.

Tal parece que una de las múltiples líneas que ha fijado la dirigencia de la 4T, es mantenerse en  una constante  pelea con el mundo entero, incluyendo los propios mexicanos.

Acá, los pleitos con los medios de comunicación y los reporteros, son el pan nuestro  de cada día. Los agarres contra los dirigentes de partidos de oposición, son ya algo cotidiano. Y la confrontación es la misma contra los empresarios, contra los intelectuales, y, de hecho, contra todos aquellos que no comulguen o lancen críticas.

A nivel internacional: Nos peleamos con Austria, porque no nos quieren regresar el penacho de Moctezuma; con Panamá, porque no nos aceptaron un embajador acosador; con España, ya traemos roces, porque aún no nos piden perdón; la Iglesia Católica, tampoco ha ofrecido disculpas por los actos cometidos en contra de los indígenas.

Por lo anterior, si todo lo arriba anotado no hubiera sido suficiente, ahora nos enteramos de que México, en voz de su Ministro de Relaciones Exteriores, ya se ha pronunciado en contra de la invasión rusa  a Ucrania, lo que, quiérase o no, pronto nos va a traer repercusiones. Ponga atención estimada lectora, apreciado lector.

En el supuesto de que los rusos, belicosos como son, nos declaren la guerra a los mexicanos, en el otro supuesto de que decidan invadirnos y, en otro supuesto más, suponiendo sin conceder, que don Vladimir envíe, por citar un numero, a por lo menos un millón de soldados rusos a territorio azteca y, nosotros, con el equipo militar con que contamos: la Sedena, la Marina, la Guardia Nacional, las policías estatales, los municipales, los policías bancarios,etc.,  suponiendo que les ganamos y los tomamos presos, la pregunta obligada es… ¿a dónde diablos vamos a meter a un millón de rusos arrestados? ¿Cuántas cárceles necesitaremos construir para meterlos en prisión, si las que tenemos ya están a reventar? ¿De dónde vamos a sacar alimentos suficientes para darles de comer?

Parece ser que en ese pequeño detalle no se pensó. Ojalá que recapacitemos y no hagamos olas y tampoco vayamos a una guerra que, como dijera Rambo: ¡esa no es mi guerra!