El incendio ocurrido en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, la semana próxima pasada y que costara la vida a 40 migrantes que se encontraban en calidad de detenidos, ha resultado todo un hecho que logró conmocionar a la comunidad internacional.

La noticia se esparció de manera tan rápida que fue de 8 columnas en los principales medios en todo el planeta. La conmoción fue enorme. Por primera vez, en un lugar del mundo, ocurre un hecho semejante y las lamentaciones, los díceres, así como los señalamientos, no se hicieron esperar.

Pero, ¿de quién fue la culpa? He ahí el dilema.

La repartición de culpabilidades fue pareja. No hubo un pésame solidario. No hubo palabras de aliento para las familias que perdieron a sus seres queridos. No hubo el menor asomo de mea culpa en nadie.

La oportunidad, esa sí, así como dicen los oficios y recados gubernamentales, “la ocasión me es propicia”, para señalar, acusar y decir: “aquel es el culpable”.

Los dichos de “no habrá impunidad” “se castigará a los responsables”, “llegaremos hasta las últimas consecuencias” “daremos ejemplo de responsabilidad y atención a tan grave problema” suenan como disparos en la mente de los familiares de los 40 indocumentados que murieron en un incendio en el que imperó la irresponsabilidad y la falta de respeto a la vida humana.

Que la custodia de la reclusión estaba a cargo de una empresa de otro país y a cuyo propietario le han sido otorgados contratos por un monto calculado en 3 mil millones de dólares, resulta ser una situación sin importancia ante el lamentable hecho de que 40 personas hayan perdido la vida en un hecho tan lamentable.

Hoy, lunes 3 de abril, cuando se cumplen 7 días de la tragedia que ha dejado con un profundo dolor a familias de indocumentados que se encontraban en una Estación Migratoria en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, la justicia mexicana apenas ha tenido tiempo para acusar y detener a algunos de los custodios, 4, que se encontraban en las instalaciones y que omitieron su responsabilidad para salvaguardar la vida de los migrantes.

El tiempo sigue su curso. Las declaraciones siguen, las acusaciones y señalamientos también.

Pero, en caso de esta penosa y lamentable historia… ¿De quién fue la culpa?