Es la pregunta que se escucha en todos los rincones del país y del Estado de Veracruz. ¿Hacia dónde vamos?

Todos los mexicanos, día a día amanecen consternados tratando de encontrar una respuesta una pregunta que parece no tener respuesta.

Porque después del ¿hacia dónde vamos? Los cuestionamientos que surgen de manera colateral, son ¿iremos en el camino correcto? ¿será ésta la ruta para llegar al destino prometido?

Y las respuestas de muchos mexicanos, los del pueblo bueno y sabio, parecen no coincidir con lo que cada día nos recetan desde el palco de honor presidencial.

Las amas de casa, las mejores economistas del mundo y con quien charlamos diariamente, no coinciden con el “vamos bien” que cada día nos dan como regalo matutino.

Y son las propias amas de casa quienes nos afirman y confirman que el salario mínimo se encuentra pulverizado, que el precio de los productos de la llamada canasta básica, va para arriba e in crescendo.

La gasolina, “poquito” pero sigue subiendo, la luz, el agua, los medicamentos, al igual que la carne, el pan, los huevos y los tomates, se han convertido ya, de un tiempo a la fecha, en verdaderos artículos de lujo, a los cuales cada vez es más difícil acceder.

Es por ello que el “hacia dónde vamos” se convierte en una pregunta sin respuesta, excepto, claro está, que los letrados en las ciencias numéricas nos puedan ilustrar y nos orienten en cuanto hace al rumbo que lleva el actual gobierno de la 4T.

Y en el ¿hacia dónde vamos? Se empareja el 2023 para el Estado de México, una verdadera joya de la corona y, también, el 2024, la madre de todas las batallas.

Los mirones, los convidados de piedra, estamos y estaremos listos y prestos para ver el desenlace de lo que será, sin duda, una épica lucha por conservar o perder el poder.