Los xalapeños esperaban con ansias el puente de Las Trancas, el cuál decían, habría de solucionar el tráfico que se origina en el último tramo de Xalapa rumbo a Veracruz; asimismo el tráfico para los que entran a la ciudad llegando de Veracruz. En realidad, ese puente sólo soluciona un semáforo, el del retén que permite el paso del flujo vehicular que viene de Las Trancas y pueblos aledaños; no tanto el que llega de Arco Sur, a menos que sean los que por ahí viajan a Veracruz. Para empezar, no hicieron un puente, sino una joroba; ¿Era necesario hacerlo así? ¿Consultaron con algún Colegio de Ingenieros? Por supuesto, no lo hicieron, el puente fue levantado al albedrío del inútil secretario de Obras Públicas de Veracruz, el insulso Elio Hernández. Los que han transitado por ese puente cuentan que es sumamente peligroso, pues su inclinación cuesta abajo pone en riesgo a aquellos que, viniendo de la carretera, tratarán de recorrerlo a velocidad inmoderada. Además, no se planeó bien la salida del puente para los que se incorporan al rumbo de Xalapa. Otros nos dicen que es el primer puente que conocen que baja hacia un trébol, donde el tráfico es obligado por la incorporación de los que entran al trébol o de los que salen de ahí. Los que lo han usado dicen que sólo lo hicieron para contemplar desde las alturas el tráfico de Lázaro Cárdenas. Los más maliciosos, quizá los más acertados, explican la inutilidad de ese puente, el cual sólo fue una excusa para saquear el presupuesto de los veracruzanos. Es seguro que costó más caro de lo que se planeó, cómo todas las obras de la 4T. ¡Y para lo que va a servir! El puente, que ya bautizaron como «La joroba», resultó mal planeado, mal hecho e inútil como el mismo Cuitláhuac García.José Ramón Vega AndradeArmando Ortiz

Armando Ortiz