Como es bien sabido, Israel mantiene una guerra con Hamás, que es un movimiento integrado por varios grupos islamistas palestinos y su nombre es un acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica. El 7 de octubre del 2023 Hamás realizó ataques militares en territorio Israelí, que ocasionó más de 1,300 personas fallecidas. De ese momento a la fecha, Israel ha llevado a cabo múltiples acciones en contra de este grupo en territorio del Estado Palestino, en específico en la Franja de Gaza.

En efecto, el ejército israelí ha bombardeado sin cesar la Franja de Gaza, territorio controlado por Hamás en el que viven más de 2 millones de personas, causando la muerte de más de 1,900 personas entre militares y civiles: niños, niñas mujeres y ancianos.

A consecuencia de esta tensión, en días pasados, Israel ataco vía aérea la embajada Iraní en Damasco, asesinando a siete funcionarios iraníes, incluidos dos comandantes militares de élite. Según los expertos, es el mayor ataque de su tipo en contra de objetivos iraníes desde que Donald Trump, siendo presidente de E.U., ordenó el asesinato de Qassem Soleimani, un alto comandante iraní, en Bagdad en 2020.

La respuesta no se hizo esperar, este fin de semana pasado Irán lanzó decenas de misiles desde su territorio hacia Israel. Las versiones acerca de los resultados son encontradas. Israel señala que fueron neutralizados el 98% de los misiles e Irán dio a conocer que todos los misiles dieron en los blancos previstos, simplemente que no dirigió este ataque a la población civil, sino hacia centros de inteligencia Israelí. Lo cierto es que este conflicto de Medio Orienta tiende a crecer, pues en palabras del vocero militar Israelí, ha señalado que su país está “trabajando estrechamente” con Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.

Todas estas acciones bélicas es claro que favorecen a Estado Unidos, pues mantiene activa a su economía; sin embargo, la intensificación de esta guerra y el involucramiento de más países, apunta hacia una conflagración de mayores dimensiones, principalmente porque son países que cuentan con armamento nuclear y ambas partes cuentan con grandes aliados, pues hay que señalar que Irán mantiene alianza con Rusia y China, entre otros países.

Las consecuencias a nivel mundial pueden ser devastadoras; tan solo se tiene como resultados inmediatos el muy probable aumento en el precio del petróleo, lo que favorece a Rusia que es un gran productor y sus aliados integrados en los BRICS, como el caso de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, todos ellos concentran más del 80% del crudo a nivel mundial.

Para el caso de nuestro país, puede abrirse una expectativa favorable en términos de ingresos por el incremento en los precios del petróleo; sin embargo, esto tendería a incrementar los precios de los productos internos, lo que ocasionaría pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores y mayor pobreza y carencias alimentarias.

Hay que tener presente que el petróleo es un componente clave en muchos productos y servicios, por lo que un aumento en su precio puede llevar a un aumento en los costos de producción y transporte. Esto puede provocar un aumento en los precios al consumidor, lo que a su vez puede generar presiones inflacionarias.

Si el aumento en el precio del petróleo es significativo y repentino, puede impactar negativamente el crecimiento económico. Las empresas y los consumidores pueden reducir su gasto en otros sectores para compensar el aumento en los costos del petróleo, lo que puede conducir a una desaceleración económica.

Por su parte, los aumentos bruscos en el precio del petróleo pueden generar incertidumbre en los mercados financieros y empresariales. La volatilidad en el precio del petróleo puede afectar la toma de decisiones de inversión y consumo, lo que puede tener efectos adversos en la economía en general.

En resumen, un aumento en el precio del petróleo puede tener una serie de efectos complejos en la economía, que van desde la inflación y los costos de producción más altos, hasta la desaceleración económica y la distribución desigual de ingresos. La magnitud y la duración de estos efectos dependerán de varios factores, incluyendo la magnitud del aumento en el precio del petróleo y la respuesta de los agentes económicos y políticos.

En la coyuntura del Nearshoring, México puede perder presencia; de hecho no se ha capitalizado adecuadamente la cercanía con Estado Unidos, pues de los más de 320 mil millones de dólares que han dejado de entrar a China como inversión anual extranjera directa, solo llegaron a México, el año pasado, alrededor de 30 mil millones de dólares, lo que significa que la relocalización de los grandes capitales esta llegando a otros países, que no tienen la cercanía de México con E.U. pero que, sin embargo, están manteniendo una política más estable y segura para las inversiones que llegan del extranjero. Si a esto se le suma el posible cierre de la frontera sur de los E.U, por temor a que puedan llegar infiltrados en el flujo migratorio terroristas de Medio Oriente, entonces el escenario para el desarrollo de la economía mexicana puede verse afectado, con las consecuencias evidentes hacia los estados que, como Veracruz, tienen graves rezagos en su economía: a tal grado que en casi 6 años, suma cero crecimiento el gobierno de la 4T; alto desempleo que se enmascara en la informalidad que es superior al 62% de la Población Económicamente Activa (PEA); y, grandes márgenes de inseguridad alimentaria que rebasan el 60% de su población; ciertamente, ha habido malos gobiernos en Veracruz, pero este ha sido el peor de lo peor: traicionaron nuestro voto.