Omar Zúñiga
La Habana, Cuba

El domingo 11 de julio pasado, hace exactamente una semana, y sin un detonante –en apariencia– identificado como tal, Cuba vivió la que quizá haya sido la protesta más grande de su historia reciente, con cientos de detenidos y al menos una persona muerta, inédita eso sí en todos sentidos, pues el antecedente inmediato conocido como el Maleconazo, de agosto de 1994, fue prácticamente sofocado de inmediato, personalmente por el entonces líder histórico Fidel Castro.

Contrario a lo que algunos medios en México han publicado en el sentido de que la protesta contra el régimen cubano ha sido por hambre, la realidad es que su génesis ciertamente económica, es de origen multifactorial, acentuado por el embargo económico y las 250 medidas tomadas durante la administración de Donald Trump y por la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19, pues no salió a la calle gente de un solo sector o respondieron a un grupo de interés; lo mismo hubo grupos de izquierda que buscaban un socialismo justo, que gente de derecha que pedía la intervención de Estados Unidos o personas que ciertamente vandalizaron tiendas o quienes exigían medicinas, energía eléctrica o simplemente libertad, como explica desde una provincia al sur de La Habana, José Manuel González Rubines, editor del portal digital La Joven Cuba.

“Hacer esta afirmación es verdaderamente simplista y sensacionalista”, afirma González y desmenuza las causas detrás de este hecho sin precedentes para el régimen de Miguel Díaz-Canel, a la sazón nombrado sucesor de Raúl Castro y recientemente ungido todopoderoso primer secretario del Partido Comunista de Cuba PCC.

Estallido que nadie ha determinado cuál fue el hecho puntual que lo detonó. Se sabe que inició en la ciudad de San Antonio de los Baños, al sudeste de La Habana, muy tranquila, de algunos miles de personas. Muy, muy tranquila.

Ahí inició y se regó como la pólvora al resto de las localidades, muchísimos lugares donde hubo manifestaciones.

El antecedente mediato tuvo lugar el pasado 27 de noviembre de 2020, en una protesta que tuvo lugar en una de las fechas más significativas en la cultura isleña, al haberse registrado en 1871 el fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina por parte el régimen colonial español como escarmiento del Cuerpo de Voluntarios durante la primera guerra de independencia de la Isla.

En esa fecha del año pasado se llevó a cabo una manifestación de artistas, intelectuales, periodistas y activistas frente al Ministerio de Cultura, ubicado en la zona del Vedado en La Habana, donde si bien es cierto congregó a más de un centenar de personas, muchas de ellas representativas como los actores Jorge Perugorría, Fernando Pérez, Mario Guerra o los artistas plásticos Tania Bruguera, Lázaro Saavedra o el cineasta Miguel Coyula, es decir, gente de la cúspide de la intelectualidad artística cubana.

“Entonces, el 27 de noviembre se dio esa manifestación, lo que es inédito, pues no había pasado en las últimas décadas en Cuba. La manifestación más grande en número que se recordaba, fue el llamado Maleconazo, del 8 de agosto del 94, en el contexto de la crisis de los balseros”, explica González Rubines.

Nos dice el joven editor a través de WhatsApp en una entrevista sui géneris ciertamente, muy ad hoc a las circunstancias por la problemática de la conectividad en la isla. Desde el 27 de noviembre hasta la fecha, “la represión por parte del Gobierno ha aumentado, también como expresión de que la gente ha comenzado a protestar más y ha tenido también mucha más visibilidad por las redes sociales”.

Posteriormente, explica, se suma que el primero de enero de 2021 entró en funcionamiento una nueva estrategia económica que terminaba, entre otras cosas, con la dualidad monetaria, pues en Cuba existían dos monedas nacionales: el peso cubano y el CUC (peso convertible cubano). Eso ha provocado la devaluación del peso cubano. La medida se tomó en el peor momento posible, en medio de una tremenda crisis.

Nos dice que la situación actual en Cuba tiene múltiples causas y la mayoría no se pueden encontrar en algo que pasó ayer, sino son causas incluso históricas que vienen después de la caída del socialismo y la disolución de la URSS en 1991, cuando en el llamado período especial se originó una tremenda recesión que hizo que retrocedieran casi todos los indicadores económicos y sociales. “El país estaba en un profundo abismo en todos los sentidos”.

“Puntualmente esta crisis que causó el estallido social del 11 de julio, tiene sus causas en múltiples factores. Por ejemplo como factor externo está el recrudecimiento de las medidas coercitivas unilaterales de los Estados Unidos durante la administración (de Donald) Trump, (casi 250 medidas) que acentuaron la crisis.

Una de las medidas que más ha afectado al pueblo cubano, por ejemplo, es la imposibilidad de recibir remesas por “vías normales” como Western Union, pues la empresa cubana que las gestionaba era Fincimex, sancionada por su origen militar al pertenecer al conglomerado Gaesa”.

(Gaesa o Grupo de Administración Empresarial S.A. es el grupo empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba con ramificaciones que van desde el sector hotelero hasta las tiendas minoristas de ventas de productos en divisas, pasando por las aduanas y los puertos, entre muchos otros).

En resumen, “ya no se pueden enviar remesas desde los Estados Unidos, donde se encuentra la mayor comunidad de cubanos en el extranjero, a familiares en Cuba, y esa era una de las primeras fuentes de ingresos del país y de muchas familias en la Isla. Con la crisis de la Covid-19, esa situación se vuelve aún más difícil .

“Al recrudecimiento del bloqueo se suma, como ya se mencionó, la crisis causada por la Covid-19, que hizo entrar en crisis a países que antes no lo estaban. En el caso de Cuba, que ya estaba en crisis, sucede como con un paciente en terapia intensiva, que le quitan el oxígeno. O sea, está Mucho peor.

“La llegada del virus (SARS-Cov2) ha hecho que Cuba entre en una crisis aún más aguda por las cuestiones internacionales que intervienen, o sea, el transporte internacional está frenado, el comercio, todas estas cosas y en lo interno, bueno, ha sido una carga enorme para el sistema de salud y la mayor parte del sector productivo se ha parado.

“Uno de los principales motores de la economía cubana es el turismo y hoy es prácticamente inexistente. En este momento tenemos un poco de turismo ruso que lo más que ha hecho ha sido traernos Covid y más Covid y la introducción de nuevas cepas del virus y demás.

“Entonces eso y la otra causa que es completamente interna, que tiene que ver con la ineficiencia en la instrumentación de estrategias para reactivar la economía, que hace más de una década están diseñadas para ser aplicadas pero que inexplicablemente –y quizá ni el mismo gobierno sepa porqué- no se han aplicado, estrategias que incluso se han consensuado con la población”.

Nacido en plena crisis del Período Especial y vivido prácticamente en crisis permanentes, según él mismo nos cuenta, José Manuel González Rubines avecindado en La Habana, pero desplazado desde marzo de 2020 por la pandemia del Covid-19 a un pueblo ubicado unos 100 kilómetros al sur de la capital isleña, reconoce que los ideales que dieron origen a la Revolución Cubana no están agotados y no lo estarán mientras en Cuba no se concrete la construcción de una nación inclusiva, democrática y próspera. Ese anhelo es una de las matrices fundamentales de pensamiento cubano desde el siglo XIX y se ha condensado en la frase del Héroe Nacional José Martí, de una república “con todos y para el bien de todos”. Sin embargo, el modelo sociopolítico y económico aplicado hasta ahora por el gobierno de la Revolución Cubana está agotado.

“Sí, está agotado (este modelo) y estamos sufriendo las causas políticas de no haber rectificado a tiempo. El modelo de socialismo burocrático de Estado que hemos visto en Cuba sí está agotado y no lo digo yo, y no lo dicen los manifestantes del 11 de julio, lo ha reconocido el Gobierno.

“Ha reconocido que hay cosas que cambiar en el sistema, porque el sistema se ha desfasado completamente, necesita ser reformado. Y el primero que llamó a reformas fue Raúl Castro, hermano de Fidel, que inició un proceso de reformas bajo el eslogan de que se harían sin prisa, pero sin pausa.

Sin embargo, sostiene con especial énfasis que el sustrato espiritual de la nación cubana, esos ideales de la Revolución, no están y no estarán agotados mientras en Cuba no exista una república “con todos y para el bien de todos”, independiente, soberana y democrática”, como la ideó José Martí.

Sin embargo y a pesar de esta crisis, no todo es malo en Cuba. Explica que si bien son áreas que han estado en crisis, es necesario destacar de la Revolución, por ejemplo, el Sistema de Salud que a pesar de todo “es muy sólido, con profesionales extremadamente calificados. Es uno de los baluartes de la nación”.

La educación universal y gratuita, lo que por supuesto debería ser más apegada a los principios de educación pública –sin adoctrinamiento-.

Y también los principios de la Seguridad Social y los principios de la universalidad de la cultura.

“Cuba debe garantizar dos condiciones importantes para que su gente sea feliz, que al final es lo que queremos todos; esos dos pilares fundamentales son una economía próspera y sólida y una república democrática e inclusiva. Sobre esos dos pilares tiene que descansar el edificio del bienestar de la ciudadanía cubana”.