Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

En días recientes, el gobernador Cuitláhuac García hizo una apologética referencia respecto de su Secretario de Salud colocándolo en el figurativo colectivo como casi un genio de la ciencia médica y reconocerle sus méritos por sacar avante a los veracruzanos de la embestida del Covid19. Sin embargo, pese a ese buen intento, que más bien debe considerarse como un tímido autoelogio, la realidad nos arroja información en verdadero contraste con aquel laudatorio dicho: el sector salud a cargo de Ramos Alor no camina por los senderos de la eficiencia, la eficacia y la buena atención de salud para los veracruzanos; la escasez de medicinas es de desabasto permanente, los insumos y el equipo médico no son visibles a simple vista, y en cuanto a la pandemia, la entidad veracruzana se significa por aportar un grueso contingente de defunciones a la abultada estadística nacional. Si bien a Ramos Alor, le habrá sonado como dulce melodía el reconocimiento de su jefe, debiera ponerle dedicada atención a la tonada proveniente desde el llano veracruzano, porque va revestida de llanto, dolor y desesperación de enfermos ayunos de las atenciones que se merecen para recuperar su salud, pero que con mucha dificultad encuentran.