Por Sergio González Levet

Cuando la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana eligió a Martín Aguilar Sánchez como el Rector a partir del 1º de septiembre de 2021 y hasta el 30 de agosto de 2025, la comunidad académica se mostró decepcionada porque ciertamente era el rival más débil entre la cauda de grandes talentos que estaban en la lista de elegibles.

 Nombres como el del doctor en matemáticas Héctor Coronel Brizio o el abogado José Luis Cuevas Gayosso daban idea del nivel de las personas que se habían inscrito en el proceso y ofrecían la esperanza de un rectorado que continuara el ascenso de nuestra casa de estudios. Sume usted al doctor Jorge Manzo Denes, al reconocido economista Darío Fabián Hernández González o al investigador y escritor Rafael Vela Martínez y la lista estaba engrosada con prestigio, currículum, capacidad y reconocimiento.

 Y además había mujeres de alto fuste universitario, como la comunicadora María del Rocío Ojeda Callado, la maestra Yolanda Méndez Grajales y la doctora Ana Beatriz Lira Rocas, que completaban el inventario en el tema de la equidad de género y la inclusión.

 Pero quedó Martinillo por obra y gracia de los enjuagues desde el Gobierno de Estado y así empezó en la UV el primer rectorado pro-morenista, con los pésimos resultados previstos tanto por la pobreza intelectual del elegido como por su inocultable afición a hacer notar su preferencia ideológica en favor de la Cuarta Transformación.

 En los tres años que lleva a frente de la institución, el agradecido Rector ha tenido innumerables muestras de acatamiento ante la autoridad estatal, como su disposición a que el Gobierno no entregue el monto presupuestal a que lo obliga la Constitución local. También hace evidente su desviación ideológica con el hecho de que muchos morenistas han sido incorporados inmerecidamente a la academia o a la cátedra y por el contrario muchos personajes afines a otros partidos políticos o a otras corrientes de pensamiento han sido acosados y hasta despedidos injustamente.

 La cúspide de la sumisión de quien ha sido el peor Rector en la historia fue el galardón que otorgó graciosamente al gobernador Cuitláhuac García Jiménez ¡como inventor!, porque había participado someramente en un equipo que patentó un instrumento de medición.

 Ahora el colmo del sometimiento indigno de Martinillo es que la Orquesta Sinfónica de Xalapa tiene programados en los días de esta semana tres conciertos didácticos para alumnos de educación básica, y aparece como director de la orquesta un violista más bien mediano, que ha tenido una participación secundaria en la orquesta, pero que tiene la enorme cualidad -según el acomedido Rector- de ser el hermano del Gobernador.

 No sabemos qué cualidades le vio don Martín Lebel a Tonatiuh García Jiménez como para ponerlo a dirigir la orquesta más prestigiosa de México, así sea en un concierto didáctico, pero suponemos que hubo alguna mano negra en esa decisión.

 Ahora sólo nos queda esperar qué otra bajeza hará el rectorcillo, para deshonra de nuestra querida universidad.

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