Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

Nicolás Maquiavelo fue un florentino dedicado al servicio de su ciudad, por muchos años desempeñó el cargo de Secretario del Consejo de los ocho en esa ciudad y, al servicio del Cardenal Soderini, la representó en comisiones importantes en Roma, ante el Papa, y ante el rey Francisco, en Francia. Tras esa experiencia, una vez fuera del servicio público, el “florentino” escribió obras de teatro, comedias principalmente; también libros como el Arte de la guerra, los Discursos y su obra monumental, El Príncipe. En uno de los pasajes de la comedia La Mandrágora aludió al tema de la muerte, de ese argumento echaron mano sus adversarios cuando algunos años después de muerto (21 de junio de 1527) narraban el supuesto sueño de Maquiavelo antes del último suspiro: “Maquiavelo vio en su sueño una multitud de gente hambrienta y miserable. Al preguntar quiénes eran le replicaron que eran las almas benditas del Paraíso. Cuando aquella imagen desapareció de su vista, observó una multitud de hombres de aspecto grave discutiendo de asuntos políticos, entre los cuales distinguió a muchos filósofos de Grecia y de Roma (Platón, Séneca, Cicerón). También Papas y Cardenales, almas condenadas a sufrir castigo eterno. Preguntado Maquiavelo a cuál compañía prefería, contestó: <preferiría estar en el infierno y conversar con gente de talento sobre cuestiones de Estado a vivir en el Paraíso con la muchedumbre que acabo de ver>. Pero, como siempre, en política así se arman los chismes. Aunque por algo lo decían.