Vaya que el ex alcalde anda todo alucinado. 

Como un fiel mozo de espadas de su primo, ese que hace las veces de dirigente, mas no líder, estatal del tricolor, un tal Marlon Ramírez Marín, sale a la palestra y emite sus clásicas sandeces. 

Acostumbrado al protagonismo y al disimulo, le da por hablar, por llamar la atención, algo que mucho resultado le ha dado. 

Pero vayamos por partes. 

“El Fofo”, como lo conocen sus amistades, empieza a despuntar en el priismo desde joven, y esto es toda una realidad, algo que nadie le puede desmentir, que lo hizo de manera escandalosa eso es otra cosa.  

El entonces chaval mostró aptitudes para pintar bardas, sobresalía su destreza para colgar pendones y, aún más, lo cortesano, lo avisado para ponerse a la orden de las entonces vacas sagradas del, otrora, partido en el poder, lo distinguía. 

Allí su secreto. 

Fue así que, desde sus inicios, entendió muy bien que, en esto de la política, la sumisión proporcionaba excelentes resultados, desde su novatez logró asimilar que se permite de todo, menos lo escándalos, y se podía vacila a la población sin tener cargos de conciencia. 

Y fueron precisamente los aquelarres los que le dejaron sus primeras cicatrices. 

De esa escuela viene el ex mozo de espadas de Javier Duarte. De los escándalos. 

Su incursión “graciosa” dentro del priismo veracruzano lo llevó a ser el mandamás en lo que era el Frente Juvenil Revolucionario, encumbrado como pastor mayor de las juventudes priistas, y gracias a sus vastas frustraciones, el alcohol hizo presa de él, por lo que varios de sus escándalos a causa de la bebida se diluyeron ante el ministerio público. 

Allí están los anales de la historia, como testigos fieles de sus desbordes etílicos y pendencieros. 

Lo demás ya es reciente. 

Su habilidad para simular ante Javier Duarte y comérselo de un bocado. El cordobés era nuevo en esto y requería de aduladores y que mejor que el oriundo de Paso de Ovejas, todo un experto en eso de matraquear. 

Por eso ahora que sale y dice que el PRI está preparado para ir solo en la contienda del próximo año y levantarse con la victoria, solo fue motivo de risas, de burlas hasta de los propios priistas. 

Varios de ellos, se dice, de irreverente no lo bajaron y de descocado lo calificaron. 

Las bases priistas, esas que se encuentran bastante mermadas, se preguntan con quién y con que pueden ganar, eso es lo que sobresale entre los priistas veracruzanos, bueno entre aquellos que son pensantes, inteligentes y que han que mostrado madurez política. 

Lo que no quiere asimilar el ex alcalde es que en estos momentos el tricolor no garantiza otra cosa que la derrota, a fuerza necesita de vejigas para poder ganar, para no desaparecer, pero sí para prolongar su agonía, para continuar existiendo en estado vegetativo. 

No otra cosa. 

Ramírez Arana no quiere reconocer que él fue coparticipe de esa debacle partidista, el contribuyó de manera muy recalcitrante al hundimiento de las siglas priistas, él fue artífice de la brutal derrota del 2018. 

Como alcalde y como representante popular local no sobresalió por buenas obras, por buenas acciones, al contrario, las historias que se tejen son bastante aterradoras. 

Lo cierto es que en estos momentos el priismo veracruzano padece una desunión brutal, la evidente falta de liderazgo es más que visible. Los grupos no logran ponerse de acuerdo y a partir de allí lograr, o intentar cuando menos, un auténtico renacimiento político, ser una verdadera opción electoral. 

Declaraciones como la de Ramírez Arana no abonan nada bueno al tricolor, al contrario, solo se provoca la carcajada y el escarnio. 

Provecho.