Por: Libertad Bajo Palabra
Don Atanasio García Durán dirá que a él no se le cayó Cuitláhuac cuando era chiquito; ni él ni su esposa tienen la culpa de que el chamaco les saliera tan atarantado. Ellos, los padres, le dieron cuidados, alimentación, educación. Lo metieron a estudiar en la Técnica 3, lo hicieron ingeniero por la Universidad Veracruzana y hasta el padre le ayudó a conseguir una plaza en un Cbtis de Banderilla. Pero entonces, ¿cómo es que les salió tan bruto el hijo? La sabiduría popular lo explica de una manera muy clara: «Lo que natura non da, Salamanca non presta». De acuerdo con el Instituto Cervantes el anterior proverbio «significa que algunas cualidades deben ser innatas, como la inteligencia, la fuerza de voluntad, la perseverancia, entre otras. Se puede cultivar, pero no adquirir, ni siquiera asistiendo a una universidad reputada».
Durante los seis años que Cuitláhuac García gobernó Veracruz, su administración siempre recibió calificaciones negativas. En seguridad siempre estuvo reprobado, en obra pública siempre estuvo en los últimos lugares, en confiabilidad nunca se ganó la confianza de sus gobernados, sus calificaciones siempre estuvieron abajo del promedio nacional; entre Cuitláhuac García y Cuauhtémoc Blanco siempre había una disputa por el honroso último lugar, una pelea encarnizada por ser el peor de los 32 gobernadores de México.
