La situación que ahora se vive en la Universidad Veracruzana, a simple vista, por las dimensiones a las que está llegando, podemos afirmar que es una bomba que está a punto de estallar.

La necedad del actual rector – espurio le dicen- por permanecer sentado en la silla principal de esa institución educativa, violando de manera flagrante lo que ordenan los propios estatutos, reglamentos y leyes, enmarcan el esquema perfecto para que, de un momento a otro, ocurran hechos que posteriormente tendrán que ser lamentados.

El rector Martín Gerardo Aguilar Sánchez, a quien la propia Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana le entregó la constancia de prórroga que le permite continuar en el cargo a partir del 1 de septiembre del 2025 al 31 de agosto del 2029, sabe perfectamente que en ese acto existen los elementos probados y suficientes para continuar en la rectoría.

Uno de esos elementos, sin duda, lo que de manera específica indica el artículo 37 de la Ley Orgánica de la Universidad Veracruzana, que establece, en su segundo apartado: Para ser rector se requiere ser mayor de 30 y menor de 65 años de edad al momento de su designación.

Luego entonces, si tenemos, de acuerdo con su curriculum vite, que el señor Martín Gerardo Aguilar Sánchez, nació un 23 de julio de 1958, ello significa que el 23 de julio del año actual, se encuentra cargando entre pecho y espalda, la cantidad de 67 veranos. Lo que de inmediato y de facto, lo imposibilita para ocupar el cargo que quiere ostentar por medio de una prórroga, misma que le fue concedida por obra y gracia de los integrantes de la Junta de Gobierno, quienes sin mayor empacho y olvidando que las leyes son para ser cumplidas y no para hacerlas a modo y conveniencia, otorgaron una nueva temporalidad a don Martín Gerardo para permanecer en el cargo de rector. Esa acción, la concedida por los integrantes de la Junta de Gobierno de la UV, los ha puesto en el ojo del huracán y, al mismo tiempo, los hace susceptibles de alcanzar una amonestación.

Ahora bien, la no aparición de más de una centena de estudiantes en la zona de Poza Rica, derivado de las torrenciales lluvias que azotaron ese lugar y que arrasó con todo, han generado la suspicacia de que pudieran estar entre los desaparecidos, provocando que cientos de universitarios de todos los campus y facultades salieran a las calles para demandar la aparición con vida de sus compañeros.

El silencio del espurio rector, generó una inconformidad  más, que ya se ha sumado a la demanda de que no puede ni debe estar en el cargo, por violación a la Ley Orgánica, lo que ha permitido que, quiérase o no, hoy por hoy, que  la Universidad Veracruzana se encuentre convertida en una verdadera bomba, la cual está a punto de estallar.