Casi un año transcurrido desde que se fue Cuitláhuac, al que llamaban “El Cuicaras”.
El mismo que cayó para arriba y cayó parado. El que dejó y entregó un Estado hecho, literalmente, trizas.
Al que se le detectaron desde desvío de recursos hasta obras mal hechas, así como otras más incompletas y muchas con sobreprecios. Ahí están El Nido del Halcón, el Estadio Luis “El Pirata” Fuente, el Aquarium, entre otras más.
Es el mismo Cuitláhuac al que se le hicieron observaciones por la falta de medicamentos en los hospitales; más acciones que provocaron que muchas escuelas se encuentren hoy en pésimas condiciones, incluyendo la falta de energía eléctrica y hasta baños en condiciones inadecuadas.
Casi un año transcurrido desde su salida de un sexenio que ya ha sido calificado como el peor que se ha vivido en la Entidad. Un año en el que se han hecho señalamientos que han sido dados a conocer por parte de las mismas autoridades de fiscalización y que han arrojado desde faltantes económicos, así como desvíos por muchos millones de pesos, sin que a la fecha se haya hecho un fincamiento formal o se haya presentado una denuncia ante la Fiscalía General de Justicia del Estado o de la propia General de la República.
Nada ha pasado a lo largo de casi 365 días.
Por el contrario, con una aprobación que ha causado estupor y ha dejado perplejo a más de un veracruzano, Cuitláhuac ha sido, no tan solo perdonado, sino que ha resultado exonerado de toda acción que le pudiera implicar alguna responsabilidad durante los seis años que ejerció el poder.
Alguien va a cargar con las culpas y errores que afectaron las arcas estatales por el mal gobierno que durante años ejerció un gobernador que hizo de la frivolidad un modo suigeneris de gobernar.
¿Quién o quiénes van a pagar los platos rotos?
Pronto se los diremos.
