CAMALEON / POR: ALFREDO BIELMA VILLANUEVA

Cobra fuerza la versión relativa a un contraataque en contra de quienes critican las acciones del gobierno estatal veracruzano, la base de esa estrategia, según se dice, consiste en reclutar plumas afines por el convencimiento pecuniario para contrarrestar la andanada de señalamientos, se acompaña con acechanzas de asedio para intimidar a quienes los formulan. Esta versión no ha sido desmentida por ninguna autoridad, sería mala señal si resultara cierta porque la condición de servidor público es susceptible de vigilancia ciudadana, de allí la obligada transparencia de sus acciones. La autoridad con la que se inviste a un mando público constitucionalmente deviene del pueblo, y al utilizarla para reprimir a quienes desde el pueblo se muestran inconformes pudiera incurrirse en abuso del poder. Una autoridad confrontada con un sector de la sociedad, teniendo a su disposición el monopolio del poder (también constitucionalmente) eventualmente lleva la ventaja sobre sus virtuales opositores, pero a la larga será en mengua de su crédito porque todo gobierno se instituye para atender y en su caso resolver los problemas colectivos, no para reprimir.

Un gobernador, o gobernadora, tiene autoridad administrativa sobre sus colaboradores, y autoridad política en su partido, con ambos atributos su deber es dedicarse a resolver los problemas sociales para el bienestar público, ya a la hora de la evaluación la ciudadanía tendrá oportunidad de calificar si el resultado de la gestión fue exitoso o devino en fracaso. En el caso de Veracruz, durante el primer cuarto del siglo XXI esta entidad no ha corrido con suerte en cuanto a los gobernadores que ha tenido. Fidel y Duarte quedaron a deber, Yunes Linares fue de transición por solo dos años de gobierno, Cuitláhuac García nunca se enteró del elevado rango político que protagonizó con desgano, semejante a Duarte, fue un accidente en nuestro universo político, autores de segundo nivel inventados por sus respectivos manipuladores, Fidel y AMLO, solo que Duarte salió respondón y superó al maestro en voracidad patrimonial y Cuitláhuac, siempre fiel, puso puerta giratoria al presupuesto estatal. Ahora gobierna Rocío Nahle, primera mujer en el ejecutivo veracruzano, su primer año ha sido difícil, quizás por la curva del aprendizaje, o porque los problemas heredados superan sus haberes, o porque tiene adversarios de elevado calibre dentro de su propio partido que le desvían la atención, aún no ha podido levantar el vuelo. Pero tiene cinco años por delante para dejar huella positiva de su paso por el gobierno de esta entidad, y a la vez evadir ser incluida en aquella nómina de exgobernadores sin huella positiva. Murillo Vidal, Hernández Ochoa, Acosta Lagunes, Dante Delgado, Miguel Alemán, dejaron en mayor o menor medida constancia positiva de su transito por el más elevado sitial político de Veracruz, ahora, la oportunidad es de Rocío Nahle, por el buen de Veracruz que tenga éxito, si es lo contrario que el pueblo se lo reclame.