Hay reformas que llegan con fanfarrias, otras con cara de “todo es por tu bien”, y unas más –como la joyita que nos platican cabezas de sindicatos– que vienen envueltas en papel celofán para disimular que lo que realmente llevan adentro es dinamita pura para la vida sindical.
Resulta que ahora se pretende que Papá Gobierno tome el control total del registro sindical, arrebatando esta atribución al Tribunal de Conciliación y Arbitraje. Esta iniciativa se encuentra documentada en la Gaceta Legislativa Número 63 del 13 de noviembre de 2025.

Por eso, este viernes, en punto de las 9am, en La Parroquia del centro, habrá una conferencia de prensa de los sindicatos del poder Ejecutivo y otros más para hablar sobre esta propuesta. Tras la conferencia, se trasladarán al Palacio de Encanto… ojalá no sea caminando porque sí está algo retirado…
Lo que me platican estas cabezas sindicales, es que el Patrón –porque no olvidemos que el Gobierno del Estado es el Patrón– se quiere convertir en juez, notario, árbitro y hasta “partera” de los sindicatos.
Porque claro, qué podría salir mal cuando el mismo que negocia contigo es quien decide si tu sindicato puede nacer, existir o simplemente dejar de respirar. Todo esto bajo la elegante excusa de “agilizar procesos” y “fortalecer instituciones”. Uno casi puede imaginar la sonrisa institucional diciendo: “Confía, trabajador, que aquí todo es eficiencia administrativa”. Ajá. Con esa misma eficiencia con la que tardan meses en liberar un pago… pero eso sí, para decidir si tu sindicato puede existir, seguro serán rapidísimos.
Aseguran que se busca que al sindicato mayoritario de pronto le empiecen a acomodar un escenario donde su fuerza pueda diluirse como azúcar en café caliente porque no vaya a ser que un sindicato fuerte estorbe a los nuevos proyectos de “sindicatos del patrón”, ésos que nacen solos, crecen solos y casualmente siempre coinciden con las necesidades del Gobierno. Una coincidencia casi poética.
Se habla de que los amparos no bastan. Y claro que no bastan: ¿cómo vas a combatir con papel sellado una estructura diseñada para controlar, desde el acta de nacimiento hasta el acta de defunción, la vida sindical completa? Si el Gobierno decide quién obtiene registro, toma de nota, reconocimiento y hasta derecho a sentarse en la mesa, pues ya ni para qué fingir neutralidad. A este paso, lo único que va a quedar libre será el estacionamiento… y eso si no lo privatizan.
Por eso la urgencia del llamado a la unidad. Una palabra que muchos sindicatos sólo recuerdan cuando hay tamales o elecciones internas, pero que hoy es literal cuestión de supervivencia.
No importa si son mayoritarios, minoritarios, microscópicos o recién inventados: si esta reforma pasa sin resistencia –me advierten– mañana todos estarán formados en la ventanilla de “favor de no molestar al patrón”. Y créanme, nada humilla más a un sindicato que tener que pedir permiso para existir.
Lo que está en juego no es un trámite, es la posibilidad de que el sindicalismo en Veracruz deje de ser una herramienta de defensa colectiva para convertirse en una mascota administrativa que ladra nomás cuando se lo permiten. Se habla de pluralidad, democracia laboral, contrapesos… conceptos todos muy bonitos para discursos, pero en la práctica, si el Patrón controla los registros, controla todo. ¿Libertad sindical? Sí cómo no.
Hoy más que nunca, les dicen a los empleados, toca recordar que los derechos no se conservan solos: se defienden. Y que la autonomía sindical no se mendiga: se ejerce.
Asi como me lo cuentan, pareciera que si los sindicatos no se plantan ahora, mañana tendrán que pedir cita para preguntar si pueden alzar la voz. Y eso, trabajadores, no es democracia sindical. Eso es administración de personal, pero con pretensiones.
Esperan que en el Congreso del Estado alguien se acuerde de que la historia no perdona a quienes entregan derechos disfrazándolos de “modernización”. Ruegan que el sindicalismo veracruzano no permita que lo sienten en un rincón a esperar turno.