De pena ajena cada vez que abre la boca la conspicua Roció Nahle para defenderse de sus enemigos, de la carroña, tal como califica a sus críticos.
Ahora nos «ilustra» con eso de que “Gobernar no es para blandengues, ni timoratos”, pretendiendo darnos una clase de alta política que ni existe, ni pretende su movimiento denominado Morena.
De otra suerte no se entiende por qué el innombrable “cacas” nos enjaretó por seis años a un atarantado. A uno que, nos aseguró, era «honesto y bendito” y nada «blandengue ni timorato», cuándo esa banda bien sabía que el truhan de Cuitláhuac García era un transa que sumió a Veracruz en la peor de las desgracias con sus famosos subejercicios y disparos de deuda pública, al tiempo que permitió a lo largo de su sexenio un saqueo superior a los 8 mil millones de pesos, según la Auditoría Superior de la Federación.
Ahora entendemos por qué Claudia Sheinbaum exoneró a este atarantado de la última auditoria, la del 2024, que arrojó manejos turbios de entre 800 y mil 200 millones de pesos por la remodelación del Acuario de Veracruz y el “Pirata Fuente”, así como la construcción, sin terminar del “Nido del Halcón”.
Morena sigue convencido que la ciudadanía la constituye una bola de tontos que no entendemos la diferencia entre gobernabilidad y demagogia, ni que la política es un arte o que el autoritarismo no es una forma de democracia.
La mandataria de origen zacatecano está cierta, convencidísima, que nos tragamos el cuento de que logró reducir en un 42 % la deuda total del Estado al pasar de 119 mil millones a 62 mil millones de pesos, cuando oficialmente se dijo al final del sexenio anterior que la deuda era de 63 mil millones, para luego variarla a 82 mil millones.
Peor aun cuando esa supuesta disminución del 42% es por el “pago” a deuda del ISSSTE y al SAT que son gobierno y no a la banca privada que es la que cobra lesivos intereses millonarios.
Nahle olvida, o más bien jamás le interesó abrevar de los grandes pensadores universales en el sentido de que la verdad, el diálogo y la negociación son las herramientas que nos llevan al bienestar ciudadano acompañado de un desarrollo con justicia social.
No cabe duda, que “quien olvida la historia está condenado a vivirla dos veces”.
La dama, en mucho nos recuerda lo escrito hace unos días por el doctor Francisco Berlín cuando nos habla del arte de gobernar poniendo como ejemplo a don Rafael Murillo Vidal, un gobernante de virtudes, principios y valores políticos.
“Fue uno de los grandes gobernantes por haber transitado por la vida política con el manifiesto deseo de servir con transparencia y desinterés a sus semejantes”.
Berlín, quien fuera su Secretario General de Gobierno regresa al presente como “se observan vicios, engaños y mentiras que han enfermado el quehacer público mostrando a numerosos gobernantes de nuestro país, ausentes e indiferentes a los principios y valores en su práctica”.
Eso es lo que lamenta el distinguido Padre del Derecho Electoral y creador de la “Credencial de Elector” que hoy usted y yo traemos en nuestros bolsillos.
De no menos valía, tal como escribíamos en anteriores entregas lo fueron don Jesús Reyes Heroles y Fernando Gutiérrez Barrios o de aquel primer gobernador de Veracruz, el general Guadalupe Victoria, o que esta tierra ribereña ha dado seis presidentes de la república.
¿En algo se podrá comparar al atarantado con Heriberto Jara o Adalberto Tejeda, acaso con Mier y Terán, Landero y Coss o don Ignacio de la Llave?
Para gobernar no solo hay que ser sino también parecer, dicen los clásicos, aunque en los hechos la que impera es la política chicharronera desde 2018 como el modelo de gobernanza.
Mil 400 años atrás Maquiavelo escribió que “La virtud, la moral y la astucia del gobernante deberían ser los tres pilares fundamentales en los que un gobierno deberá construir para poder transformar la política como el arte de gobernar”.
“Sin embargo, advierte, a falta de virtud y de moral, cualquier Estado quedaría en manos de la parte animal del político con los resultados y las consecuencias que esto conlleva. A falta de virtud y de malicia, nos convertimos en presa fácil de trampas y de lobos hambrientos”.
En esas estamos en Veracruz donde los que se ufanan de virtudes, valentía y arrojo son los mismos que buena parte de la ciudadanía repudia porque, como suscribió Maquiavelo, solo son “animales hambrientos”.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
