Por Inocencio Yáñez Vicencio.
Dice nuestro maestro, Pier Paolo Portinaro, familiar a los jalapeños, respondiendo a su interrogante: Qué es , entonces, el realismo político? En su dimensión descriptiva, es un paradigma epistemológico al que atañen una concepción de la política como lucha por el poder – una lucha que se vale de la violencia hasta el extremo del asesinato físico – y una concepción del Estado como puro fenómeno de fuerza o como instrumento de imposición de un orden. En su articulación prescriptiva, por realismo debe entenderse en cambio una orientación, una sensibilidad, podríamos decir casi un instinto, al servicio de la autocoservacion del sujeto colectivo que es el Estado, una especie de tecnología del poder que opera sobre los móviles de la acción humana , un arte de gobierno que se apoya en un conjunto de más o menos sistemático de máximas prudentes y constantemente orientado a la búsqueda de un precario equilibrio en una situación caracterizada por la desigualdad, actores hostiles y recursos escasos ( El realismo político. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. 2007 ).
Es precisamente al prusiano Bismarck, a quien se le atribuye el aforismo de la política » como arte de lo posible» que remata está interpretación.
Desde luego, no es que se condene la realidad como fuente de una teoría, lo que se rechaza es su paroxismo.
Uno de los mejores intérpretes de lo que se considera la versión descarnada del realismo político, es decir, descriptiva, cuya paternidad se atribuye a Maquivelo, profesor de Princeton Mauricio Viroli, escribe una bella obra titulada De la política a la razón de Estado, donde da cuenta del paso de la política como diálogo y acuerdo a la concepción que la define como lucha alrededor del poder.
No sólo estudiosos, personajes, instituciones y naciones, que muy a pesar que lo niegan, incluso abjuran de ella, son sus más fieles devotos. Friedrich Meinecke, pone a luz del día como siendo la Iglesia Católica la que más condena la Razón de Estado, es la que más ha hecho uso de ella. La ciencia política Norteamericana, rinde tanto culto al » hecho» que no sólo la apartó de todo valor sino que idealizo una realidad, que se ha empeñado en imponer al mundo en su afán de conquistarlo y colonizarlo.
El mismo Max Weber, sentencia que la lucha política tiene que darse a partir de un ideal, cualquiera que sea. David Hume, define a los partidos como un conglomerado en torno a una doctrina.
No pocos estudiosos de la política se pronuncian por una ciencia política empírica pero que reconozca que al elegir su objeto de estudio lo hace a partir de valores. Ya entre sus principales fundadores hubo quienes oportunamente advirtieron que la exaltación de lo cuántico podía ahogarla.
Ir más allá de lo conmensurable será lo que permita respuestas que no nos da la mera descripción.
Arrancar de la realidad no puede significar aceptarla. Tan peligroso es pretender querer escapar de ella en franca ley fuga como convertirla en objeto sacro. Será por eso que Weber decía que quiénes no hacen lo imposible, no tienen derecho a aspirar a lo imposible.
No hace muchos años Daniel Bell y Francis Fukuyama, nos trataron de convencer que habíamos llegado al fin de las ideologías y al fin de la historia, dando por sentado que la libertad como no invasión, era la estación terminal. Ya vemos que no. En Estados Unidos, desde la Casa Blanca se decide hoy que Aeroméxico y Delta, disuelvan su sociedad y aquí se despoja sin ton ni son a los opositores que se deciden a ser opositores… Aún cuando no aceptemos que el liberalismo sea la meta, tenemos que defenderlo para alcanzar un estadio mejor, porque contiene las reglas básicas para continuar buscando nuevas y más justas formas de convivencia.
Reemplazar el eje izquierda -derecha por el eje nosotros- ellos, nosotros el pueblo ( un concepto de pueblo donde caben únicamente amigos y cómplices) y ustedes las élites políticas, las mafias del poder, permitió prescindir de toda ideología, que no sea más que para embaucar vándalos , a los morenistas presentar su proyecto como al margen de la política y darle un matiz si no apolítico, por lo menos alejado de las tradicionales fuerzas políticas y hablar de regeneración.
Si hoy vemos gobiernos como el de Claudia Sheinbaum y el de Rocío Nahle, espantapájaros de AMLO, son profundamente pragmáticos que les vale , más allá de la retórica, pulverizar las tésis de la izquierda, no obstante, cubren apariencias para seguir llamándose de izquierda, para alimentar esperanzas en los porros qué destruyen instalaciones del campo militar número uno, saltan joyerías e hieren policías en las marchas del 2 de octubre y ahora mismo son enviados a desestabilizan la UNAM.
La izquierda nunca ha tenido como bandera distribuir el gasto sino la riqueza. Habermas mismo crítica el bienestarismo porque adormece, manipula y coloniza a las masas.
El socialismo condena la limosna.
El marxismo ortodoxo no acepta el culto a la personalidad.
En Cuba ya hubieran pasado al paredón a los despilfarradores.
No es posible que condenen el neoliberalismo y nos salgan tan defensores de la inversión extranjera y el salinista Tratado de Libre Comercio.
Es una total incongruencia que Claudia ponga 10 mil soldados en la frontera norte a cuidar que nadie pase a la Unión Americana por órdenes de Trump y siga hablando la presidenta de soberanía.
Un gobierno que para comprar votos incrementa al 100 por ciento la deuda externa, no tiene vergüenza de hablar de soberanía.
Cómo puede decir que salieron 13 millones de pobres con 3 mil pesos mensuales, cuando la inflación de casi 4 por ciento se come esa dádiva.
Hoy anuncia la destrucción del ISSSTE y el IMSS para dejar en el abandono a los trabajadores, sin importarle que sea el peor golpe que hallan recibido por un gobierno que se dice de izquierda.
Nadie que haya pasado por los terrenos destinados al nuevo aeropuerto, dejará de irritarse al ver su invasión por huestes morenistas, que la presidenta » justifica ‘ diciendo que se suspendió, porque se inunda, ignorando que la misma ciudad de México está edificada en un lago, que hoy no hacen crisis las inundaciones gracias al drenaje profundo que construyó el PRI.
Las muertes que hoy registran los medios en Tuxpan, Espinal, Yanga… dan cuenta que en Veracruz, el Estado se desplomó, que sus habitantes están en completa indefensión, paro de eso no le pregunten a Rocío, ni hablan sus bufones.
Militar o cambiar de partido debe obedecer a una visión del mundo. Los partidos expresan esa pluralidad. Las corrientes internas que no expresan un matiz ideológico, ya sea moderado o radical, son bolsas de trabajo, como las que han carcomido al PRI. Urge ver tanto los traslapes como los cambios de camiseta en su relación con su postura ideológica, o es por rechazo a una ideología o es mero travestismo. La sociedad necesita rescatar sus opciones partidistas para poder votar personas y elegir un nuevo orden jurídico y social.