Una de las “virtudes” del PRI hegemónico, eran sus purgas internas que apaciguaban la ira y frustración de la raza de bronce por los latrocinios que cometían los propios priistas. Tras el desastroso gobierno de Luis Echeverría que dejó al país en la inopia económica, López Portillo metió en prisión a Eugenio Méndez Docurro, ex secretario de Comunicaciones y Transportes y a Félix Barra García, ex titular de la Reforma Agraria.

Pero como la robadera siguió, Miguel de la Madrid encarceló a dos gallos de espolones del portillato: Jorge Díaz Serrano y Arturo Durazo. Y quien se voló la barda fue Ernesto Zedillo al llevar a prisión a Raúl Salinas, hermano de su antecesor.

¿Con eso se acabó la corrupción? No hombre, por el contrario, está más viva que nunca. Pero en su tiempo esas medidas sirvieron de paliativo para calmar las ansias de desquite de la población robada.

Algunos mandatarios también sabían reconocer sus errores y un ejemplo fue Carlos Salinas, que cuando se dio cuenta que su gobernador en San Luis Potosí, Fausto Zapata Loredo era insostenible, lo sustituyó por Gonzalo Martínez Corbalá, con lo que desactivó una bomba que amenazaba incendiar al estado y se ganó el reconocimiento de los potosinos.

Pero en Morena ni purgas ni aceptación de errores.

La gran falacia que Andrés Manuel repetía en sus mañaneras tenía que ver con la desaparición de la corrupción. “Ya puedo decirles con la frente en alto y viéndolos a los ojos, que ya se acabó la corrupción arriba, y puedo sacar hasta mi pañuelito blanco”, aseguró el 12 de septiembre del 2019. Y se hizo costumbre que mostrara el pañuelito, aunque cada vez más percudido y lamparoso.

¿Remover a un funcionario por ladrón o inepto? Uta no, jamás. Eso hubiera sido aceptar que cometió un error y los dioses como él no se equivocan nunca.

Hubo quienes le renunciaron y algunos pagaron las consecuencias, a otros los cambió de oficina, pero de ahí no pasó.

El tabasqueño nunca vio como un hecho de corrupción, el atraco por 15 mil millones de pesos que Ignacio Ovalle y su pandilla cometieron en Segalmex. Para él Ovalle fue “engañado” por un grupo de exfuncionarios priistas con “malas mañas” y con eso cobijó al presunto ladrón.

Como resultado de las “investigaciones” han ido a prisión segundones que han servido de chivos expiatorios (ninguno afiliado a Morena), pero ni quien toque al verdadero responsable.

¿Por qué el gobierno no actúa contra sus malos funcionarios?

Porque en Morena no hay ladrones ni corruptos.

No los hay a pesar de Adán Augusto, Noroña, Pedro Haces, los hijos y hermanos de Andrés Manuel; no los hay a pesar de que senadores, diputados, alcaldes y cientos de funcionarios menores le han metido la mano al cajón o están embarrados con el narco.

No los hay a pesar de que en Veracruz el antecesor de la gobernadora Rocío Nahle, es señalado por la Auditoría Superior de la Federación de “irregularidades” por más de 1,114 millones de pesos sólo en su cuenta Pública del 2024. No los hay a pesar de que más de alguno de los colaboradores de este sujeto, no sólo no pueden ocultar su cuantiosa fortuna, sino que la presumen en las redes.

Si de acuerdo con la ASF, la Cuenta Pública del 2024 ubica a Veracruz como la entidad con mayor daño patrimonial del país, ¿qué de positivo le puede aportar a la presidenta Claudia Sheinbaum y al movimiento de la 4T un sujeto con tamaña cola para que se la pisen como Cuitláhuac García?

¿Qué de positivo le puede aportar al propio Andrés Manuel que lo sigue defendiendo con tanta vehemencia?

¿Qué de positivo le han aportado a Veracruz la titular de Protección Civil, Guadalupe Osorno Maldonado, una de las principales responsables (por omisión y negligencia) de la tragedia en la zona norte, o Alfonso Reyes Garcés, que ya probó su incapacidad como responsable de la seguridad pública estatal?

Mandar a estos dos a sus respectivas casas y llamar a cuentas a Cuitláhuac García, despresurizaría la olla de descontento que hay entre la jarochada cansada de que el ORFIS se la pase señalando latrocinios y no suceda nada.

Claudia Sheinbaum quiere actuar, Rocío Nahle también, pero quien sigue mandando en el país dice que no, a pesar de que tanto lastre puede hundirlo incluso a él.

A pesar de que los apoyos sociales crecen, también crece el descontento porque Morena ha mostrado en siete años, ser más corrupto que el PRI en noventa.

Si los morenos se siguen negando a purgarse, que no les extrañe si en el 2027 los zarandean en las 17 gubernaturas que estarán en juego, comienzan a perder congresos donde hoy son mayoría y su sueño de durar lo que duró el PRI en el poder, se lo lleva la ching… la fregada.

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