Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

Desde los pasos previos al arranque del actual proceso electoral en MORENA y asociados hacían gala de procaz triunfalismo, alimentado por la inactividad de una oposición “moralmente derrotada” cual solía festinar el presidente López Obrador; apoyaban esa tesis los triunfos de MORENA en las entidades federativas para sumar hasta 22 a sus filas, auténtica proeza electoral para un partido nacido apenas en 2014. Con ese gran bagaje territorial y un presidente de discurso hiperactivo la proyección de triunfos a futuro se celebraba alardeando de “este arroz ya se coció”, para aludir a la elección presidencial y colateralmente las 9 gubernaturas en juego en este 2024. Todo comenzó a tomar un cariz diferente a partir de las concentraciones multitudinarias de protesta por las agresiones al INE y al Poder Judicial, fueron los síntomas que revelaron avisaron la existencia de una ciudadanía inconforme, pero huérfana de liderazgo capaz de movilizarla. Las circunstancias se acomodaron y surgió Xóchitl Gálvez como elemento catalizador que los partidos de la oposición PAN, PRI y PRD aprovecharon para hacerlo suyo cuidando de no contaminar el impulso ciudadano que le dio cabida. A partir de entonces aquel sentimiento gubernamental de ganar de todas, todas, ha venido perdiendo impulso, y en sentido contrario la oposición parece fortalecerse. Obviamente, ese escenario imprevisto ya preocupa a la elite en el         poder y cierra filas porque por el atropello de sus acciones tiene abiertos muchos frentes. Además, el panorama electoral otrora muy optimista ahora luce tornadizo porque si originalmente suponían seis de nueve triunfos ahora esa numeralia ha dado un giro espectacular en el imaginario colectivo.

Veracruz es muestra fehaciente del cómo la realidad refleja una imagen muy diferente a la originalmente proyectada en MORENA cuando postuló a Rocío Nahle al gobierno de esta entidad con todos los inconvenientes de una candidatura forjada en los entretelones de los compromisos políticos y las complicidades, porque la señora no es originaria de Veracruz, no conoce la entidad y esa condición ahora gravita negativamente en su contra como lo demuestran los tumbos de su campaña. Si la larga caravana de unidades de lujo que originalmente acompañaba en sus giras a la ingeniera Nahle tenía el propósito de imprimir la idea de una mujer exitosa dispuesta a sacrificarse por Veracruz, el repudio social lo señala como rotundo fracaso. Los audios que muestran a su esposo ofreciéndose como gestor de campesinos y ganaderos de Jesús Carranza revelan desconocimiento del medio político estatal y son fiel testimonio de un triunfalismo inocentemente adelantado. Porque en la ignorancia acumulada soslayaron la presencia de políticos veracruzanos de larga trayectoria dentro y fuera de la entidad, conocidos por doquier y conocedores de la geografía política, económica y social de la entidad veracruzana, interesados en recobrar para Veracruz su destino manifiesto históricamente comprobado. No es ni por asomo una coincidencia que Pepe Yunes figure de manera prominente en las preferencias del imaginario colectivo veracruzano, porque su identificación con los diferentes sectores de la población veracruzana ha sido forjada a través de cientos de encuentros ciudadanos, ahora recoge el fruto de esa empatía, pero queda a cargo de los partidos políticos de la alianza opositora y de las organizaciones sociales adeptas convertir en voto esa sinergia, porque este arroz aún no se ha cocido.