Ricardo Ahued en mucho recuerda al expresidente Luis Echeverría, acaso a Fernando Gutiérrez Barrios, por enigmático, poco descifrable, de escasos amigos y sin cargar rencor en el alma.
Es un político que solo espera.
El verdadero Ricardo Ahued Bardahuil solo será realmente conocido si llega a la tan anhelada primera magistratura.
Hoy, por lo pronto, aguanta vara y se guarda en esa nebulosidad de ser más empresario que político y si bien no añeja rencores tampoco los olvida. Sabe y entiende el valor de la paciencia y tan solo se adecúa a los tiempos y circunstancias del presente.
Dogma de fe es su paciencia que le permite una toma de decisiones reflexivas, le evita acciones apresuradas que puedan ser perjudiciales y le da la perseverancia necesaria para jugar a largo plazo.
Acaso por ello tolera adversidades y frustraciones.
Bien sabe que para aguantar a la chairiza hay para tener la paciencia, una paciencia de santo para quien tiene como jefa a Nahle.
El pasado fin de semana el doctor Berlín me comentada que él observaba en Ahued a un político Institucional como pocos a quien habría que reconocerle que es el único que le da lustre a un gobierno vigente plagado de recomendados, de gente desconocida procedente de la ciudad de México y aliados que detentan las más importantes carteras del gobierno estatal y con la misma habrán de regresar o quedarse en alguna cárcel una vez que haya concluido el mandato.
De Ricardo Ahued Bardahuil se han dicho muchas cosas, pocas se le han comprobado. Queda, sin embargo, ese resabio de haber sido señalado por su efímero paso por Aduanas y los beneficios paralelos que le dio el poder hasta erigirlo como el “Rey del Plástico” en Veracruz.
Sabe ser amigo de sus dos que tres cercanos y un par de periodistas, pero no arriesga más.
En realidad, poco le interesa su imagen o que uno de los más leídos e influyentes columnistas de Veracruz, Mussio Cárdenas, lo califique como el “Conserje” de Palacio.
“Lo de conserje me queda. He sido conserje de la vida y he sido gente de trabajo desde muy pequeño. Como secretario de Gobierno no hago menos de lo que me obliga la ley, y tampoco hago lo que no me corresponda en términos de gobierno”.
Ese es el verdadero Ricardo Ahued y su paso por la política. Esa fue su actitud en su momento frente a la alcaldía de la capital del estado y cargos de representación popular en donde se la pasó “nadando de a muertito” para sobrevivir en el receloso mar de la política.
Ahued es un singular político de los que no replica o rechaza tareas ajenas a tan importante responsabilidad primaria de conducir la gobernabilidad de una de las más importantes entidades del país que han ocupado tan relevantes personajes como Carbonell, Ignacio Morales Lechuga, Francisco Berlín, Dante Delgado o Yunes Linares.
Simplemente cumple su tarea.
Que en el pasado reciente fue apartado de jornada electoral que le provocó a Morena y a Nahle el desmantelamiento del 50% de su fuerza, ¡Qué importa!, que le hayan asignado el mantenimiento y remodelación del Palacio de Gobierno, sus pisos de mármol y espectaculares recintos ¿Cuál es el problema! y que si sus tareas se enfocan a membretes como la “Atención y Participación Ciudadana, la Promoción y Protección de los Derechos Humanos y Trámites y Servicios e Institucionalidad del Estado de Derecho” ¿Cuál es el pex?
El simplemente cumple.
Por ello su orgullo es ufanarse de la realización de “casi cuatro mil gestiones a ciudadanos”, sus logros en el trabajo realizado en la Dirección de la Cultura de la Paz, de género, inclusión, diversidad cultural y discapacidad dirigida a servidoras y servidores públicos e instituciones educativas, así como la gestión y entrega de más de 900 becas.
Esa es su tarea, la misma que va en favor de la construcción de un laboratorio de antropología forense, una “Osteoteca” y una barda perimetral en Periciales, responsabilidades que en otro sentido son inocuas para un estado en emergencia por la ausencia de inseguridad, el auge del crimen organizado, los asesinatos políticos, la persecución a los enemigos políticos y las corruptelas manifiestas.
Esa es la misión que le encomendaron y aceptó, al igual que la defensa a las críticas a Nahle que “han rebasado los límites” ya que, según él, la gobernadora “se parte el lomo” trabajando por Veracruz.
La actitud de Ahued en modo alguno recuerda a Fernando Gutiérrez Barrios, quien por 40 años se mantuvo en el ostracismo, maltrato y objeto de burlas -lo llamaban el “pollo” o simplemente el capitán Gutiérrez- espero, sin embargo, hasta que un día fue recompensado al entregarle Veracruz y colocarlo en la antesala de la Presidencia de la República.
Hoy en Ricardo Ahued bien cabe el dicho de “Tiempo al tiempo”.

*Premio Nacional de Periodismo