La estabilidad del peso mexicano a pesar del aumento de la deuda pública en 17.4% en el último año, alcanzando un monto de aproximadamente 17.7 billones de pesos, se debe a varios factores económicos y financieros combinados:

Fortaleza macroeconómica y confianza: México mantiene fundamentos macroeconómicos sólidos, con prudente política monetaria y estabilidad financiera, lo que genera confianza en inversionistas. La credibilidad del Banco de México y sus reservas significativas reducen la probabilidad de devaluaciones abruptas y fomentan la estabilidad cambiaria.​

Crecimiento económico resiliente y expectativas: A pesar de un crecimiento moderado o incluso estancamiento temporal, la economía mexicana ha superado algunas expectativas negativas, lo que ayuda a sostener el tipo de cambio. El manejo prudente de las finanzas públicas y la expectativa de recuperación futura son factores clave.​

Factores externos y tipo de cambio relativo: La debilidad del dólar estadounidense en ciertos ciclos recientes favorece la apreciación o estabilidad relativa del peso. Además, México mantiene una integración económica estrecha con EE.UU. que estabiliza los flujos comerciales y financieros.​

Gestión de deuda y reformas: Aunque la deuda ha crecido, el gobierno mexicano ha gestionado la deuda con prudencia, incrementando deuda doméstica y externa de manera planificada. Los organismos internacionales mantienen calificaciones crediticias estables para México, lo que contribuye a mantener la confianza del mercado en el peso.​

La estabilidad del peso mexicano en 2025 frente al aumento de deuda se explica por una combinación de sólidos fundamentos macroeconómicos, gestión prudente de la deuda, expectativas positivas de crecimiento, y un dólar estadounidense débil que apoyan la confianza de los inversionistas y mantienen la estabilidad cambiaria

Los principales factores macroeconómicos que explican la fortaleza del peso mexicano en 2025 son los siguientes: Debilidad relativa del dólar y menores rendimientos reales en EE.UU.: La política monetaria de Estados Unidos ha cambiado con una moderación en las tasas de interés, lo que ha provocado una caída en el índice del dólar y menores rendimientos reales. Esto favorece a monedas emergentes como el peso, que ofrecen rendimientos nominales aún atractivos en comparación y menor riesgo relativo.​

Aunque el Banco de México ha ido recortando gradualmente la tasa de referencia (de 10% a aproximadamente 8.5% en octubre 2025), las tasas reales y nominales mexicanas permanecen relativamente altas en comparación con muchas economías avanzadas y mercados emergentes, atrayendo capitales internacionales a instrumentos en pesos.​

México mantiene reservas internacionales elevadas (cercanas a 244–247 mil millones de dólares), manejo ordenado de la deuda pública y baja inflación contenida en torno a 3.5%, lo que brinda estabilidad y reduce riesgos cambiarios percibidos por inversionistas.​

La fuerte relación comercial con EE.UU., que representa más del 75% de las exportaciones mexicanas, crea flujos constantes y predecibles de divisas que sustentan la estabilidad cambiaria y atraen inversiones.​

México ha sido un destino preferente para inversiones y relocalización de cadenas productivas (nearshoring), especialmente importante en un contexto de ajuste en el comercio global, lo que impulsa la demanda por pesos.​

La inflación ha mostrado una desaceleración en 2025, alcanzando cerca de 3.57% en octubre, dentro del rango objetivo del Banxico, lo que sostiene la confianza en la moneda y la estabilidad macroeconómica.​

En conjunto, estos factores han fortalecido al peso mexicano en 2025, incluso en un contexto de menores crecimientos y tensiones comerciales, gracias a la combinación de políticas monetarias adecuadas, sólidos fundamentos macroeconómicos, integración comercial estable y flujos de inversión robustos