Cambiando constantemente de aparato celular, ese día estrenó un chip nuevo. Sin poder memorizar todos sus contactos, se ayudaba con un directorio físico. Acostumbrado a buscar solo con una mano, marcó el número del intermediario entre ellos y los del dinero y los medios. Inmediatamente, al contestarle, le indicó que urgía verlo y que lo esperaba donde siempre; y que en par hora estaría ahí.
Su ayudante solicitó instrucciones. Tan pronto colgó, le dijo que preparara el vehículo más discreto. Raudo, bajó las escaleras y, puesto al volante, le preguntó al jefe si iban al “depa” de una de “sus secretitos”. Ya como copiloto, con un movimiento de rostro, reafirmó el lugar.
El camaleón se quedaba corto ante el travestismo del susodicho líder político: pantalones amplios de mezclilla, camiseta azul y, encima, una camisa de cuadros desabrochada. Complementaba su disfraz de prole una gorra de pelotero de los Yankees.
Pasaron por la UNAM, donde, recordando sus intentos de estudiar Derecho, le dijo a su ayudante confidente que estuvo a punto de terminar, pese a su inasistencia y bajas calificaciones. Pero la jubilación de uno de los directivos de la Facultad de Derecho lo había frustrado, así que sus estudios universitarios fueron truncos. Riéndose, agregó que cuando menos terminó la preparatoria, no como la colega panista.
No tenía buena memoria, pero para los asuntos de dinero hacía alarde de genialidad. Entre plática y plática, alternaba llamadas telefónicas, principalmente a través de WhatsApp. En una de ellas, encolerizado, regañó a gritos a quien le llevaba las finanzas porque no hizo la transferencia a tiempo a un amigo que le redactaba sus artículos publicados en varios periódicos virtuales.
El “depa” quedaba al otro lado de la Ciudad de México, así que tardaron al menos una hora en llegar. Tan pronto se estacionó el chofer el austero Golf 2006, Alex se bajó y subió al tercer piso por las escaleras. Abrió el “depa” y lo primero que hizo fue acomodar y prender una grabadora de video oculta en un florero, para dejar testimonio de las conversaciones y evitar que después dijeran que mentía o no cumplía su palabra. Aunque la verdad era para preparar alguna contingencia que ameritara una amenaza de revelar los contubernios entre adivinos.
Al igual que él, el vínculo con los del poder económico llegó puntual. Viendo la puerta abierta, pasó directo a la sala de estar y se encontró con el ex todopoderoso presidente del Partido de la Reconciliación Intercultural, mejor conocido como “El pistolita”.
Sin siquiera saludarse, fueron al grano: ¡el enviado del poder económico llevaba una maleta de 30 kilos, China! La abrió y le dijo que ahí estaba lo acordado para continuar la “guerra sucia” contra los “cerdos revoltosos zurdos de mierda”. Y si necesitaba más, no habría problema. Pero también le advirtió que, si volvía a fallar, tendría que ver a dónde se iría exiliado, porque le sacarían todo su cochinero, más ahora que hasta el Poder Judicial se ideologizó.
Alex le entregó un documento al enviado del verdadero poder: el 1% de la élite económica que detenta más del 50% del PIB a nivel mundial y local, entre ellos las grandes corporaciones de los mass media: TV Zapoteca, Tele Divisa, Radio Reformula, etc., en México.
El documento refería todas las estrategias de la guerra sucia contra los MORADOS, principalmente contra su líder Don Peje, hoy en retiro aparente. Pues sabe que los reaccionarios y hambreados de la derecha “no tienen llenadera”, y que a su discípula le toca el periodo más difícil, ya que el movimiento revolucionario que inició, llamado la reivindicación de la Revolución Mexicana, basado principalmente en la justicia social, afectaba los grandes intereses nacionales y extranjeros. Así que los intentos de desestabilización serían una constante en su gobierno, pues, reagrupados en un frente común, no quitarían el dedo del renglón.
La discípula, bragada en las luchas estudiantiles y movimientos sociales, y habiendo tomado un curso intensivo revolucionario al acompañarlo en el periplo hasta quitarles el poder a esa derecha nefasta, clasista e ignorante —cuando menos en cuanto a cultura, lo que tampoco es garantía de honestidad y humanismo—, fue subestimada por la derecha anclada en la época del marketing, cuando pensaban que todo era de embellecer un producto humano vendible como candidato para ser aceptado por el electorado. Junto con el fraude electoral y contratando a un buen publicista que cobraba con creces su trabajo, era suficiente para mantener el poder público. Pudo contener los embates de la derecha enloquecida, harta de vivir fuera del presupuesto del erario. Incluso, la presidenta pejista se ha ido labrando un prestigio y cierto respeto como mandataria, más en su negociación comercial con el vecino del norte, al que paró en seco en su intentona de entrometerse en los asuntos de México y de operar en territorio mexicano su guerra contra el tráfico de drogas que está matando a sus ciudadanos.
El documento enumera los tópicos de su guerra sucia contra el pejejismo, una guerra de sobre conocida como perdida por la ignorante derecha mexicana, basados en la consigna fascista-hitleriana goebbeliana (referido al ministro de propaganda de Hitler) de “decir miles de veces una mentir hasta convertirlas en una verdad en el inconsciente colectivo”:
Avión presidencial: Ridiculización de la propuesta de rifar el avión como símbolo de austeridad.
Cancelación del aeropuerto de Texcoco (NAICM): Narrativa sobre “pérdida millonaria” y “capricho personal” para frenar la modernidad.
Programas sociales: Críticas por “populismo” y “compra de votos” mediante becas y apoyos.
Militarización: Señalamientos por la creación de la Guardia Nacional y la presencia militar en tareas de seguridad.
Pandemia de COVID-19: Campañas sobre “miles de muertes por negligencia”, “mala gestión sanitaria” y uso político de cifras.
Desabasto de medicinas: Narrativa sobre niños con cáncer sin tratamiento, utilizada como símbolo de incompetencia.
Acusaciones de corrupción familiar: Caso Pío López Obrador (videos recibiendo dinero) y señalamientos contra funcionarios cercanos.
Ataques al INE: Presentación de reformas como intentos de destruir la democracia.
Reforma eléctrica y energética: Campañas mediáticas sobre “riesgo para la inversión” y “regreso al pasado”.
Polarización: Narrativa que acusa a AMLO de dividir al país entre “pueblo bueno” y “fifís”.
Caso “Casa Gris”: Señalamientos contra José Ramón López Beltrán por vivir en Houston en una casa vinculada a contratistas.
Rumores falsos: Fake news sobre la salud de AMLO (supuesto infarto).
En el contexto electoral:
Guerra sucia digital masiva: Más de 30 millones de mensajes en redes con hashtags como #NarcoPresidenteAMLO y #NarcoCandidataSheinbaum, vinculándolos al narcotráfico.
Operación coordinada con troll centers y bots: Principalmente ligados a la campaña opositora.
Deepfakes y videos falsos: Clips manipulados sobre la renuncia de Sheinbaum y supuestos escándalos judiciales.
Caso Teuchitlán (Jalisco): Campaña digital con 87,866 bots y gasto de 20 millones de pesos en cuatro días para posicionar hashtags como #NarcoPresidentaClaudia y #LutoNacional, vinculándola al crimen organizado.
Ataques religiosos y clasistas: Fake news sobre supuestos insultos a la Virgen y narrativas misóginas de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Narrativa de “populismo continuista”: Críticas por seguir políticas de AMLO sin independencia.
A esto se suman episodios como el culiacanazo, la muerte de la niña Fátima, entre otros.
Sin la capacidad ni la imaginación para presentar un proyecto de país que compita con el pejejismo y se convierta en una opción electoral, la derecha permanece fiel a una estrategia perversa y fascista: centrar la atención en temas triviales para introyectarlos en el inconsciente colectivo. En este marco, Alex presenta a la cúpula del poder su plan de emular el reciente movimiento juvenil que depuso al gobierno de Nepal por censurar las redes sociales y, aprovechando el asesinato del alcalde de Uruapán, Carlos Manzo, convocar a una marcha violenta contra el gobierno federal.
Alex bautiza la movilización como “la marcha de los sombreros caídos”, dirigida principalmente a la generación Z. Para ello, contrata empresas y personajes extranjeros con el objetivo de convocar a través de redes sociales. Incluso ordena a su “mil usos” contratar a un grupo de choque profesional, conocido como los “mafufos de la Lagunilla”.
El sumiso y gris asistente recibe la misión de organizarlos, proveerles dinero y todo lo necesario para convertir la marcha en un escenario que provoque la represión de los cuerpos de seguridad del Estado mexicano. Para cumplir la encomienda, recurre a su amigo de la infancia, “el Pitufo”, encargado de reclutar a los más “gruesos” y “locos” para la operación.
Alex, inteligente pero torpe e ignorante, adopta una narrativa de “perseguido político”, intentando ocultar su historial de corrupción, enriquecimiento inexplicable, tráfico de influencias y prácticas ilícitas durante su paso como funcionario público, alcalde, gobernador, diputado, senador y ahora cacique de un pequeño ex partido político, que alguna vez fue el único en el poder durante más de 80 años, su cerebro no le da para más, y recurre a la provocación una vez más.
A pesar de gastar una millonaria suma y robarse una buena parte del “impuesto revolucionario fifí”, Alex logra reunir menos de 20,000 asistentes, en su mayoría “jóvenes maduritos” mayores de 50 años, y una reducida cantidad de jóvenes que, al ser entrevistados, no sabían argumentar su presencia ni los objetivos de la marcha. El evento fracasó, pero fue aprovechado por medios locales e internacionales para descalificar al gobierno democrático del pejejismo. Al otro día, a ocho columnas los medios nacionales y extranjeros de derecha ponen las fotos más grotescas y sórdidas para acompañar sus lemas que México está ardiendo.
Así que apelando a la Ilustración para mostrar el modelo político-social al que aspira y del que se inspira la narrativa política: democracia, Estado de derecho, libertad de expresión, derechos humanos, diversidad y pluralidad. Sin embargo, en la práctica, ese basamento teórico choca con una realidad inspirada en Maquiavelo y Sun Tzu. La política dejó de ser “el debate de las ideas” y el buen gobierno desde la ética, para convertirse en el “arte de conservar o acceder al poder”. Hoy, Maquiavelo y su “Príncipe”, junto con Sun Tzu y su obra insigne “El arte de la guerra”, caminan plácidos en esta “era del vacío”, dictando cátedra.
El modus operandi de los partidos y de la clase política es el mismo: aplicar estrategias para lograr o conservar el poder. Particularmente, la derecha del PRIAN y la élite económica y mediática actúan sin memoria, pretendiendo mostrarse como benévolos demócratas y defensores del Estado de derecho. Sin embargo, basta mirar su historia para reconocer que son “aquellos ladrones que se metieron a nuestras casas y nos robaron todo”, y hoy se presentan como si no fueran los mismos delincuentes de cuello blanco que provocaron la degeneración de la política y la crisis pública que aún vive México en materia de seguridad y justicia social.
El despropósito de esta oposición mexicana por volver al poder está lleno de escenas torcidas, ridículas y perversas. No les importa arrastrar a quien se interponga en su camino, y si tienen que recurrir a la violencia, no dudemos que lo hagan. Al cabo, para ellos, el fin justifica los medios.
Noviembre de 2025.
