Son muchas las rapacerías como para que el gobierno establecido, la opinión pública y la ciudadanía permitan que un fuereño arrogante, David Agustín Jiménez Rojas, subsecretario de Educación estatal, siga desestabilizando y ofendiendo a los veracruzanos.
Cierto que la gobernadora Rocío Nahle tiene razones de peso para agradecerle a este voluminoso funcionario que cuando estuvo al frente de la Dirección General del Registro Público de la Propiedad y de Inspección y Archivo General de Notarías del Estado, le regularizó todos sus terrenos y mansiones, pero insostenible que haga ostentosas sus raterías, “cobros de piso”, que medre con los afectados por las inundaciones y encima de todo desate una guerra abierta en contra de la titular de la Secretaría de Educación, que podrá se la peor pero él no es nadie para satanizarla.
Jiménez perdió el piso desde que llegó en avanzada de Nahle en 2018. Siempre confrontándose. Siempre en busca de camorra. Siempre pensando como joder al prójimo y presumiendo cargos que no pasaron de medio pelo.
Su conducta empeoró a la llegada a la gubernatura de su jefa que lo puso insoportable.
Acosador sexual de colaboradoras -hay denuncias interpuestas- y pregonero de futuros cargos, “Seré el próximo Fiscal General o al menos Secretario de Educación del Estado”, ocupa buena parte de su tiempo en desviar dineros al amparo del poder, darse una vida de príncipe y presumir sus correrías en los antros.
Esos son sus galardones.
Célebres sus pachangones al igual que sus desplantes lo cual provocaron que de inmediato cobrara fama sobre todo después de apuntalarse para el 2030.
De ese tamaño son las pato-aventuras de este singular tipo a quien el alcoholismo no lo deja -célebres son sus reventones hasta el amanecer en la “Finca Isabel Contreras”, en Poza Rica- al igual que sus complejos de Don Juan en igual proporción a sus sueños guajiros.
David Jiménez pasó de mendigo a millonario luego que Nahle decidiera subirlo a un ladrillo.
En anteriores entregas se hizo público que mientras localizados funcionarios de la SEV se fletaban limpiando la calabaza, retirando animales muertos y barriendo la basura que taponeaba las alcantarillas en la colonia “Ignacio de la Llave” de Poza Rica, a metros de ahí la fiesta estaba a todo lo que daba. A bordo de un vehículo playero todo terreno con la música –corridos tumbados- el monumental amigo se divertía en la zona del desastre acompañado de Verónica Vidal Orellán, cuñada de Maritza Ramírez Aguilar, subsecretaria de Educación Básica.
Desde su troca de lujo daba órdenes y regañaba.
El punto es que desde su llegada a la SEV está empeñado en tumbar a su jefa Claudia Tello a quien no cesa de atacar por debajo de la mesa con una campañita que él mismo denominó “¡Que caiga Tello!”.
La Tello, sin embargo, no se deja.
Un servicio de espionaje lo tiene cercado. De hecho, ya en una ocasión se filtró a las redes un audio donde aludía presuntos planes sucesorios para el 2030 en favor del exsecretario de Educación, Zenyanzen Escobar.
Y en las últimas horas un segundo audio alude una torpe estrategia para boicotear la comparecencia de Claudia Tello en el Congreso el próximo lunes.
¡Puras pendejadas!, en realidad.
Jiménez ya se ve en la Fiscalía correteando a sus enemigos y la “pinche prensa crítica”, como le llama.
En Palacio, sin embargo, poco caso se hace por remediar el lastre a sabiendas de que, en Veracruz, entre la ciudadanía, sobre todo los jóvenes hay un cúmulo de talentos que están sin empleo, sin oportunidades de trabajar por la grandeza de nuestra tierra.
Ninguna necesidad tiene la señora de Zacatecas de andar importando ineptos y arrogantes de Puebla y la ciudad de México, menos a impreparados como sus secretarios de Turismo y Desarrollo Económico, que no rebuznan porque no les da el tono.
Con los veracruzanos preparados y honestos de aquí tendría para dar y repartir.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
