Por Héctor Yunes Landa

​​Este fin de semana, miles de mexicanos volvimos a ser jóvenes y a portar un sombrero, ante el hartazgo por la violencia, la corrupción y la falta de respuesta de un gobierno morenista que sigue aferrado a dos principios fundamentales: su vínculo estrecho con el crimen organizado y la estigmatización de cualquier voz opositora.

En pocas semanas, dos movimientos sociales –aunque las manifestaciones de protesta surgen por doquier- han empezado a sacudir la conciencia de millones de mexicanos: la generación Z y el sombrero.

Este sábado, la Generación Z convocó a una movilización nacional con marchas programadas en más de 50 ciudades de 31 estados del país, incluido Veracruz. Apenas una semana antes, más de 100 mil michoacanos salieron a las calles de Uruapan para exigir justicia por el asesinato de su alcalde, Carlos Manzo, ocurrido el pasado 1 de noviembre.

En Uruapan, la mayoría de los asistentes portaban camisetas blancas, algunas con la imagen de Manzo, mientras coreaban “Él no murió, el Gobierno lo mató”.

En la capital del país, la marcha convocada por la llamada Generación Z congregó lo mismo a integrantes del Movimiento del Sombrero llegados desde Michoacán, familiares de desaparecidos de Jalisco y Zacatecas, pacientes sin medicamentos, habitantes de Atenco, médicos en bata, personas de la tercera edad, entre otros, pero ningún partido político.

En Xalapa, las consignas fueron específicamente para pedir la renuncia de la presidenta Sheinbaum y de Rocío Nahle. En la plaza Lerdo, mientras exigían la revocación de mandato, señalaban el palacio de gobierno acusando que ahí “hay personas que se están enriqueciendo” al ritmo de “Gimme Tha Power” de Molotov.

En 2022, desde San Lázaro, Carlos Manzo inició un movimiento ciudadano para denunciar las extorsiones de la Guardia Civil en Michoacán. Además, organizaba operativos para sorprender a los agentes estatales que abusaban de los uruapenses.

Ahí nació el Movimiento del Sombrero, en alusión a la prenda. La ciudadanía abrazó muy rápido las acciones temerarias del entonces diputado federal y, con el apoyo de las redes sociales, rápidamente se ganó el reconocimiento de miles de personas.

El asesinato de Carlos Manzo dio la razón al movimiento y sumo el agravio de miles de personas y familias en todo el país lastimados por la violencia y la impunidad.

En el caso de la generación Z, son la primera que ha crecido con internet y la tecnología digital desde una edad muy temprana, lo que ha influido en sus valores y comportamientos, muy alejados de ideologías y partidos políticos.

Acusados de estar poco interesados en los problemas del país, este fin de semana rompió un prejuicio fundamental: ya no son la generación de cristal, sino que pretenden convertirseen roca sólida para el cambio del régimen.

El gobierno morenista acusó que la movilización fue resultado de una “estrategia digital articulada”, sin embargo, los bots se convirtieron en miles de voces que obligaron a levantar murallas de acero y muros de concreto para resguardar el palacio nacional.

La revocación del régimen ya inició.

La puntita

El primer informe de Gobierno de Rocío Nahle confirmó lo que todos sabíamos: un gobierno extraviado de la realidad, sumergido en el autoelogio y la complacencia para disimular el fracaso de quien no conoce Veracruz y a su gente. Por eso el pánico a la revocación de mandato.