Imagínate subirte a tu carro con tu hijo o hija y que ponga en Spotify «Golden» o «Soda Pop». «¿Qué es eso?», pregunto. Y la respuesta: «Las canciones de las K-Pop Demons Hunters son todo un éxito, papá». Cinco minutos después, comparto mis sentimientos y los de ella. Al igual que tú, me quedé perplejo. Por unos instantes, las escuché en inglés, pero segundos después sonaba una mezcla con coreano.

Retrocediendo la cinta del pasado, a la edad de cinco años, recuerdo bailar una melodía infantil que decía: «Pajaritos a volar cuando acaban de nacer, tu colita has de mover». La coreografía era mover la colita y las manos fingiendo que volabas, nada sensual, todo un baile infantil. En la actualidad, acompañé a mi hija de solo cinco años a un evento musical de cosplay del grupo llamado Huntr/x, de la película animada K-Pop Demons Hunters, en el auditorio de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen.

Allí, no uno ni dos, sino cientos de niños de diferentes edades cantaban, gritaban y bailaban la coreografía y la letra de «Golden» a todo pulmón: «Para eso nacimos, para brillar, brillamos bien fuerte, sabes que es nuestro momento, sin miedo, sin mentiras, para eso nacimos». Algo parecido a mi época, pero mucho más revolucionado por la tecnología, la inteligencia artificial y, por supuesto, la evolución del consumo de contenido, que hace que lo virtual y lo real se vuelvan cada día más difusos. Al final del día pensé, solo es música.

Sin duda, la música es una parte integral de la experiencia humana, un lenguaje universal que conecta a las personas a través de las emociones. No discrimina, rompe fronteras, conecta culturas y sentimientos. Una melodía alegre puede generar felicidad, otra tristeza y, por qué no, hasta odio. Sin embargo, la revolución musical moderna ha marcado la historia con nuevos géneros, haciendo que los oyentes busquen más diversidad a través de las plataformas digitales, gracias a la disponibilidad inmediata y a los mismos algoritmos de preferencias que sugieren canciones.

Para quienes no están familiarizados con el K-Pop (Música Popular Coreana), es una influencia que adoptó nuestro querido México hace más de dos décadas, dejando en nuestro país una ola coreana o Hallyu. Este fenómeno musical, ha relegado a un segundo plano nuestros sonidos tradicionales, como bandas norteñas, mariachis e incluso los corridos tumbados, entre nuestros adolescentes.

La música regional mexicana se está viendo manchada por el machismo y una vida llena de excesos, donde las letras glorifican al narcotráfico. ¿Crees que México muestra al mundo lo que somos a través de la música? A diferencia del K-Pop coreano, las letras de este género cuentan historias que incitan al amor, a soñar, a superar obstáculos y crear un sentido de comunidad, promoviendo una visión optimista del mundo. Crees que la música coreana es buena o mala para nuestros hijos. Así que, por lo pronto sofá, sofá, sofá, sofáaaa es mi mantra.

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