No son los 16 mil pesos, ni el monto, ni el número mágico que subió el tabulador. El verdadero asunto es la aritmética política, ésa en la que un aumento del 25% pasa de ser “modesto” a “molesto” cuando lo comparamos con el 6% que recibieron los trabajadores del Gobierno del Estado. Claro, en la matemática del poder, seis por ciento es justicia social, y veinticinco por ciento es una ligera distracción contable.

Bueno, así lo dijo la gobernadora Rocío Nahle… ella “no sabía” del aumento. Seguro el monto en el presupuesto apareció por generación espontánea, como esos frijoles que cuando chamaco uno dejaba remojando y al día siguiente ya habían crecido.

Qué curioso: en Veracruz, los feminicidios crecen, la violencia crece, la inseguridad crece… ¿por qué chinitas los sueldos de nuestros funcionarios no tenían que crecer?

Y conste, no nos molestamos de que haya incremento salarial en los funcionarios del Gobierno del Estado, porque es cierto, todo sube, tienen derecho a que haya un incremento, es un derecho… ¡pero lo chueco es el porcentaje!

A nivel nacional, el salario mínimo subió un 12%. En Veracruz, el sueldo de la mandataria pretenden subirlo al doble.

Y pensar que cuando llegó, los funcionarios ganaban poco… por eso su gente no quiso incorporarse con ella porque estaban acostumbrados a buenos sueldos, y es evidente que en la Cuarta Transformación (4T) la austeridad es selectiva, como las rebajas del próximo Buen Fin; aunque acá entre nos, dicen desde las entrañas de Palacio de Gobierno que en lo que va del año se les fue subiendo el sueldo a algunos subsecretarios y demás tropa cercana, consentida, allegada.

Si lo vemos bien, pareciera que Nahle tiene un talentoso escepticismo (“¡No sabía!”) porque por poco y nos convence de que su incremento salarial parezca un accidente, que la nómina se le escape, que la calculadora tenga voluntad propia. ¿Qué sigue? ¿Decir que los veracruzanos la queremos un chingo y por eso queremos que gane un chingo?

Bueno, no perdamos la esperanza… quizás ese 25 por ciento de incremento lo agarre para donarlo cada mes a los damnificados del norte veracruzano, que dicen que la Secretaría del Bienestar ya no les va a apoyar con los enseres perdidos como lo había prometido en el levantamiento de censo.

Veracruz tiene huracanes, apagones, carreteras gachas y ahora también tiene aumentos espontáneos. Pero, tranquilos, que todo fue sin querer queriendo. Al final, la gobernadora tiene razón: no hay que culparla a ella, sino al sistema… presupuestal del secretario de Sefiplan, Miguel Santiago Reyes Hernández, que se pasa de generoso.

Y sí, el otro problema no son los 16 mil pesos, sino la capacidad de algunos para pensar que los veracruzanos todavía se chupan el dedo. Y mientras el pueblo ajusta la quincena, en Palacio de Gobierno se ajustan los cinturones… Gucci, por supuesto.

Así que no, el problema no es el dinero. Es la memoria selectiva. Porque para firmar el aumento nadie se olvida de nada… pero para explicarlo, ahí sí, todos padecen amnesia institucional.

Con ese “¡No sabía!” de Nahle, se cumple la máxima del juego Marathón: ¡la ignorancia gana! Avanza tres casillas el secretario de Finanzas, Miguel Santiago Reyes Hernández.