Hay quien se queja de que Veracruz vive una sucesión gubernamental adelantada y que faltan cinco años para el relevo.
Los hay también quienes reclaman esperar hasta el 2027, una vez que se apruebe la ley que da paso a la “Revocación del Mandato”, invento chairo, para ajustar cuentas.
En realidad, la urgencia social apunta al cambio de gobernante en Veracruz, a la de ¡Ya!, en 2026.
A nivel nacional Morena y aliados ya desde ahora se preparan para aprobar la reforma constitucional para empatar dicha revocación con las elecciones intermedias de 2027 y con ello hacer realidad la propuesta original de López Obrador.
En Veracruz, sin embargo, el mal gobierno estatal obliga a la acción constitucional ante el claro desgobierno en que se mueve Rocío Nahle.
Y es que a escasas tres semanas de rendir su primer informe, el saldo la coloca, no solo como la peor gobernadora que ha tenido el país según las encuestadoras nacionales, sino de haber llevado a Veracruz por el camino del desastre luego de su deplorable actuación en el norte del Estado ante las inundaciones.
Acaso no tan importantes sus desplantes y malhumor y atrabancadas decisiones como la entrega de la plaza al cartel de moda en Veracruz, el “Grupo Sombra” hoy en posesión de las dos terceras partes de Veracruz.
El “Voto de Castigo” resulta imponderable ¡Oh, paradoja! para la chairiza que encabeza Manuel Huerta harta de una división interna que dio lugar a la pérdida de casi el 50% de su capital electoral en la pasada contienda de junio.
A la par, muertes emblemáticas como la de Irma Hernández –“creo que murió de in infarto” y la minimización de la brutal inundación del Río Cazones por un “ligero desborde” que provocó muerte y destrucción en 34 municipios del norte y 300 mil damnificados que abonaron al descrédito.
El derramamiento de petróleo en el río Pantepec, también en el norte, que aun afecta a por lo menos dos millones de habitantes de la región, simplemente le pasó de largo.
Y ese solapamiento a la reelección del rector espurio de la UV, Martín Aguilar, el ocultamiento intencionado de importantes sedes de Huachicol Fiscal en Coatzacoalcos y Las Vigas y gastarse 164 millones en la remodelación de su residencia, la Casa Veracruz y el Palacio de Gobierno que quedó igualito al de Versalles, en mucho abonaron a la caída de su imagen.
Ello sin olvidar la caravana de 14 “Suburban”, motocicletas y ambulancia que la llevan por los polvorientos y abandonados pueblos, poner vallas que impiden el acercamiento de la gente, la humillación a sus colaboradores en público, el poner a limpiar y vigilar la remodelación de su palacio a su segundo, el poco digno Ricardo Ahued, el que haya soportado Igor Roji López, arrogante exalcalde de Orizaba, hoy secretario de Turismo, tremendo regaño en público que casi lo hace llorar.
Nahle odia a la prensa, salvo a sus escuderos que compra por un par de duros, no soporta a las mujeres preguntonas y toda su acción de gobierno la ejecuta con altanería, esa arrogancia tan incómoda para la alegría veracruzana.
Y la historia ahí no acaba. Habría que sumar sus malquerencias en política.
Odia a José Manuel del Río porque le teme ante la peligrosa información que guarda sobre Dos Bocas, desprecia a Manuel Huerta porque lo quiere rebasar.
Y en igual sentido no soporta a MC por la pasada votación que lo colocó como partido en la antesala, como segunda fuerza electoral que en 2027 podría llevarse el Congreso del estado y colocarse en primera línea para llevarse la gubernatura.
2026 será ideal para ejercer un voto de castigo ante la ausencia de gobernabilidad.
En su oficina esa pretensión partidista y ciudadana la quieren mover al 2027 para que, en el marco de la renovación de la Cámara de Diputados Federal, 17 gubernaturas, 31 congresos locales y las alcaldías de 30 estados, se diluya el desconocimiento de que su gobierno va en último lugar a pesar de ser la tercera reserva elctoral.
Para las elecciones del 2027 también se elegirá a más de 800 jueces y magistrados lo que eventualmente permitiría poner a la jefa del Ejecutivo Federal en la boleta electoral para justificar su participación en las campañas políticas.
La jugada del obradorato tiene pues sus riesgos porque, si la inercia de descrédito se mantiene, podría darse el caso de que los veracruzanos -sea en 2026 o 2027- se vuelque en las urnas para quitarla del puesto.
Y si bien la gobernadora Nahle tiene en un puño a los poderes legislativo y judicial también lo es el hecho de que el pasado 2 de junio en el marco de la renovación municipal la oposición creció hasta arrebatarle el 50% de su capital político y el cuasi dueño del otro 50% es su principal enemigo, Manuel Huerta.
Y un elemento más puede abonar al fracaso de la 4T y su exponente en Veracruz, la gente.
El pueblo bueno y sabio ya está ¡hasta la madre!
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo