Por Inocencio Yáñez Vicencio.
Transcribo a continuación una tarjeta que envié al entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán, datada el 27 de septiembre de 2007:
Es inaplazable que la gran transformación del PRI, empiece porque sus comités seccionales dejen de ser comités de aplausos y de una vez por todas se conviertan en comités de defensa comunitaria, que entre sus más importantes funciones contemplen: a) Discutir los problemas comunitarios; b) Levantar un padrón de las demandas más sentidas de la población; c) Presentar en forma verbal y escrita a las autoridades esas demandas; d) Hacerles un seguimiento; e) Transcurridos los plazos normales para su respuesta, en caso de no haberla, iniciar las movilizaciones hasta conseguirlas.
Para lograr la modernización del PRI, se requiere cuanto antes : 1) Darle plena autonomía; 2) Restituirle totalmente sus derechos civiles y políticos a sus militantes; 3) Construir un partido de ciudadanos, es decir, individuos que ejerzan plenamente sus derechos; 4) Hacer posible que sus bases elijan su directiva y a sus candidatos; 5) Que las propiedades de mando y obediencia pasen de las personas a las funciones para que halla institucionalización; 6) Aplicar plenamente los estatutos para hacer del partido, un partido de la legalidad; 7) Eliminar todos los obstáculos que hasta ahora han impedido que las decisiones fundamentales sean tomadas por los órganos de gobierno; 8) Instituir la transparencia en el manejo de los recursos y los procesos internos; 9) Ser un sujeto realmente obligado en la rendición de cuentas; 10) Consensuar un método para elegir dirigentes y candidatos como lo manda la democracia; 11) Producir nuevas reglas para la competencia política; 12) Generar una nueva cultura política que termine con toda concepción patrimonialista y sustituya los viejos conceptos de lealtad personal por una lealtad institucional y el concepto de unidad corporativa por un concepto de unidad como coordinación de diferencias y pluralidades, una lealtad a las reglas democráticas, a la ideología de la socialdemocracia y a un programa que nos aproxime a la construcción de un Estado comprometido con los que menos tienen, en el entendido que no hay Estado neutro, basado en la voluntad libre y el pleno consentimiento; 13) Inculcar los valores del gobierno equilibrado, republicano y democrático; 14 ) Arraigar una cultura de partido en el trabajo interno, para que sus militantes vayan aprendiendo a privilegiar lo público y , en caso de alcanzar una función de gobierno, actúen en consecuencia, como servidores públicos; y , 15 ) Depurar el padrón de afiliados para dejar únicamente a quienes, antes que trabajar para fines personales, trabajan para los colores, principios, programas y la nueva cultura libertaria del partido.
Estos fueron los reclamos, para lo que llamé Refundación del PRI, que Fidel, lo llamó Reconfiguración. Estos reclamos están hechos en un momento de crisis, pero no tan aguda como la que hoy vive el Tricolor.
Porque soy un convencido que la liberación del país, de la banda de sinvergüenzas que hoy nos gobiernan, pasa por los partidos y que, querramos o no, los que apostamos a las vías pacíficas y legales, no contamos con otros instrumentos para la lucha que los partidos verdaderamente opositores, por lo que no obstante su obstinación de sumir la cabeza en la arena, tenemos que recurrir a ellos para esta gran batalla por la libertad.
Por un lado tenemos un PAN que se empeña en retroceder a los tiempos ultramontanos, que se aisla a una franja electoral sin porvenir, porque México ni es mocho ni confía que los dedicados a salvar almas se mezclen en política , no obstante es una fuerza que representa intereses lastimados por los vándalos de Morena y cabe en el frente democrático y social, que tendrá que conformarse como alternativa a esta fingida izquierda, cuyos programas sociales, no liberan sino que esclavizan votantes. Por el otro, tenemos un PRI, que puede ser el eje de una coalición social que impulse un Republicanismo como no dominación, para sacar de la postracion a los que creyeran que Morena era capaz de darles algo más que dádiva, mientras su cúpula nada en lujos y saquea al país. Es cierto, ya lo he dicho, el PRI está cada vez más lejos de mi ideal de partido político, pero sin hacer mío aquel aforismo de Bismarck, que dice que: la política es el arte de lo posible, que sirve para los acomodaticios o realistas, creo que nadie negara que la lucha se hace con lo que se tiene, si no se quiere terminar de actor testimonial.
El reto más grande que en estos momentos tiene el PRI, es remontar su credibilidad. Alito, nadie puede negar, es la imágen que desde Palacio Nacional, nos han pincelado. Eso no tiene discusión, pero es una realidad, la sociedad lo ve como Morena, quiere que se vea. Ese es su éxito. Ante esto, Alito, jamás debió continuar al frente de su dirigencia, al hacerlo únicamente hizo que la crisis de aceptación de su partido, aumentara, al grado que no son pocos los que ven su final.
Acudir a las mismas prácticas que lo desgastaron y comportarse como si estuviera en el poder, pensando que haga lo que haga, no le repercutirá, es suicida.
Todo lo que haga, incluso si lo hace bien, los matraqueros del régimen morenista, están prestos para denostarlo, por lo que más vale salga a la superficie y tome conciencia que no puede limitarse a cambiar sus cuadros estatales y municipales, con designaciones afectivas, como cualquier club de amigos y menos circunscribir los cambios a maquillajes y simulaciones. Un enfermo de pulmonía no se cura con mejorales.
Me tocó observar como Heberto Castillo, elegía sus cuadros en Tlalnepantla. A las afueras del Mercado, invitó a los presentes a proponer. Esto es lo que debe hacer un partido abierto a la sociedad. Cuando el PRI se abrió a las cúpulas empresariales y oligarquía, sentenció su debacle, Abrirse a la ciudadanía es abrir sus puertas a liderazgos auténticos del taller,bla fábrica, las colonias, las escuelas, las universidades, las normales…Nada de cuotas. Las pluris se pensaron para los capaces pero no populares.
Introducir las elecciones internas sería una virtud por necesidad que mejoraría su credibilidad.
El PRI no puede apostar al fracaso de quién hoy gobierna, para regresar al poder como lo hizo en 2012. Es verdad que es una señal de mortaja que tanto Claudia como Rocío, invoquen a los carroñeros, ya que todos sabremos que los zopilotes y buitres, solo se acercan con la descomposición de la presa , que en este caso, por donde quiera ya nos llega el mal tufo de Morena.
Renovarse o morir, no es para el PRI un canto, es una inapelable sentencia. Lo lamentamos, porque la sociedad necesita de partidos independientes para liberarse de la bota morenista, pero del PRI y sólo del PRI, depende que acuda a su cita con la historia.
