Poco, muy poco duró la luna de miel al gobierno de Rocío Nahle.
Ante la primera prueba real mostró de que estaba hecha; acaso por ello bien se dice que la política es un arte que no es para improvisados soberbios.
Con el saldo no determinado de muertes y daños, pueblos completos de la Huasteca desaparecidos -como fue el caso de Xáltipa de Ilamatlán declarada desaparecida en su totalidad-, un sospechoso ocultamiento de la realidad que se vive en una cincuentena de municipios y plastas de maquillaje propagandístico, el oficialismo da la vuelta a tan ominosa página.
Nahle se queda sola.
Vaya ni sus desconocidos equiperos se atreven a acompañarla es la cruzada de la desgracia so riesgo de ser insultados o despedidos, prefieren ocultarse.
Poco efecto dieron sus entrevistas pagadas, menos la cauda de mentiras y versiones sesgadas del “¡Yo no fui!” o echar la culpa a los damnificados que “¡a pesar de que se les avisó con tiempo, no quisieron abandonar sus viviendas ni pertenencias!”.
Y ese hacer como que no se enteró ni acusó recibo del derrame petrolero posterior que acompañó a las inundaciones en el río Pánuco, en donde ni de relajo está permitido declarar o hacer referencia al daño ecológico y la salud pública causado por la irresponsabilidad de PEMEX.
Nahle se quedó sola.
La presidenta Claudia Sheinbaum retoma sus actividades nacionales “diariamente destinaremos unos breves minutos en las Mañaneras del Pueblo para informar los avances en las tareas de auxilio en el norte de Veracruz” haciendo a un lado a quien la empinó llevándola al epicentro de la inconformidad social, Poza Rica.
Así, hoy por más explicaciones y boletines llenos de faltas de ortografía que emite su oficina, por más defensas pírricas pagadas de sus voceros, por más fotografías donde besuquea niños y abrazo a indigentes, no levanta.
Nahle se quedó sola.
Fueron muchos sus yerros, desplantes y modos altaneros; histórica su risa fingida cuando se le pregunta sobre la cancelación del seguro para los damnificados y solo atina a echar la culpa a los damnificados que no quisieron abandonar sus casas.
Todo ello no hizo más que dejarla marcada.
Ya sólo faltan unos días para que rinda su primer informe y la pregunta obligada es ¿qué informará que se le crea?
Tal vez algo que sí habrá de distinguirla sean los 165 millones que se gastó en remodelar el hoy lujoso Palacio de Gobierno donde flota.
Nahle se quedó sola.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
