Ya cayó el 4 Informe de Gobierno de AMLO. Fue breve, pero muy aplaudido.

Las corcholatas, esos aspirantes a la Grande, bautizados así por el propio AMLO, andan con un revuelo tremendo. Ya todos se sienten los sucesores.

La inflación sigue su galope veloz.

De la SEP, doña Delfina les dice adiós a los estudiantes mexicanos y se va a buscar la gubernatura del EdoMex, el enclave del Grupo Atlacomulco. No se sabe si podrá con esa encomienda y tampoco si el GA se lo permitirá.

La Guardia Nacional, por decreto, vía fast track pasa a la Secretaría de la Defensa Nacional. La Oposición se rebela, trata de meter freno, pero el hecho se consuma. No son nada positivos los números de la GN en todo el territorio. Las demandas en contra, le brotan como hongos después de una tarde de lluvia.

El Tren Maya sigue siendo un dolor de cabeza. Los ambientalistas, automáticamente, obligan a que el Ejecutivo, por consejos de la Corte, decrete que es asunto de Seguridad Nacional.

El AIFA – Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles- por más que lo promocionan y los festinan como el mejor de América Latina, no logra despegar bien y bonito. Las críticas se han convertido en algo periódico.

La ya inaugurada Refinería de Dos Bocas, en Tabasco, al parecer le apareció otra boca más, puesto que sigue engullendo dólares como fiera insaciable. De 8 mil millones de dólares presupuestados inicialmente, se disparó y se tragó de una sola mordida otros 4 mil más y su costo se elevó a 12 mil millones de billetes verdes. Pero no quedó satisfecha la hambrienta refinería y ahora le van a poner de postre, otros 8 mil millones más. Pero, a decir de los expertos, parece ser que ni así logrará producir la prometida gasolina y mucho menos nos habrá de convertir en la potencia energética mundial de la que tanto nos hablaron. Y el tiempo se acaba.

Los balazos no han funcionado o ya se acabaron y, en contrasentido, los balazos continúan y los muertitos agujereados por las balas de las potentes armas que portan los chicos malos, ya se empiezan a perder en el infinito de una contabilidad que no acaba. Y apenas va el cuarto año.

En Veracruz, las cosas no pintan nada bien. El mismo secretario de gobierno, de su ronco pecho le ha salido afirmar que muchos de los ayuntamientos se encuentran intervenidos por la delincuencia. De ejemplo, el botón de muestra, nombró al ayuntamiento de Sayula de Alemán, al sur de Veracruz.

Las carreteras se encuentran cada vez en peores condiciones, la inseguridad sigue su marcha irrefrenable y la economía, a decir de los economistas y que del tema conocen, aseguran que sigue en picada y sin paracaídas. El desempleo, en el mismo tenor.

Y, para no variar, las corcholatas veracruzanas, ya también traen su juego sucesorio y todo hace indicar que se van a dar hasta con la cubeta.

Estamos iniciando el mes de septiembre. El ambiente y las plazas se empiezan a calentar y no es atribuible al calentamiento global, eso es otra cosa.

En el puerto jarocho, el municipio con mayor presupuesto, con un fuerte aguacero, la alcaldesa Paty Lobeira, no logra pasar su primera prueba de fuego. Ni cuenta se dio cuando la ciudad se le inundó. Las coladeras atascadas de porquerías, las cuales nunca les han dado mantenimiento, generaron que la precipitación pluvial la pusiera en un predicamento. Cuando buscó al culpable, le dijeron que su predecesor en la silla municipal, era su cuñadito.

Así está todo. Y de todo como en botica. Y sigue la mata dando.