Por: Norma Meraz

La pérdida del tiempo es irreparable y la pregunta es: ¿a qué hora gobierna el Presidente? Un ser enojado con la vida hace imposible vivir a los demás.

México, que no sufrió ni la Primera ni la Segunda Guerra Mundial, invirtió el tiempo en construir una democracia en la que hubiera estabilidad social.

La estabilidad social existe cuando los gobernados tienen a su alcance, por lo menos, los bienes que les permitan cierta calidad de vida que incluye: el acceso a la salud, a la educación, al trabajo bien remunerado, una vivienda digna, a la seguridad física y la de su patrimonio y, por encima, ¡el libre ejercicio de la libertad!

Si bien es cierto que no hay sociedad perfecta, pero cuando se ejercen los derechos inalienables del ser humano sin tener el asecho de la descalificación y el abandono de quien lo gobierna, es garantía de estabilidad social.

Quien ha dicho que gobernar es fácil es porque no sabe de lo que habla.

Juramentar el cuidado y el fiel cumplimiento de lo que mandata la Carta Magna es el compromiso mayor al que se somete un gobernante frente a los ciudadanos que lo eligieron, y también frente a quienes no votaron por él, pero habitan en el país y conforman una Nación que se rige por un Estado de Derecho.

México “pobre desdichado país que se nutre del pan de la tierra, el maíz, como dijera el ilustre historiador Gastón García Cantú, ha padecido enormes desgracias, no sólo provenientes del exterior como la invasión francesa y las invasiones y agravios norteamericanos, sino los embates internos entre políticos mexicanos cuya ambición es obtener el poder por el poder mismo.

Desde el poder se fomenta la polarización social, se fomenta el radicalismo e intranquilidad. La inseguridad en la que sobrevive el mexicano del norte, como del que habita el sureste o la meseta central, es una amenaza constante que impide las relaciones familiares y sociales en general.

Vivir en la zozobra por el empoderamiento del crimen organizado y el enojo porque las instancias gubernamentales no dan la cara a este terrible cáncer que avanza sin límites como si concediera su engrandecimiento, con una actitud pasiva con los cárteles de la droga, el tráfico de personas y de armas.

¿A qué hora gobierna el Presidente? Si desde que amanece se enfunda en su investidura y desde ahí agrede, amaga e intimida a periodistas y medios de comunicación por el hecho de informar acerca del quehacer político lleno de contradicciones, mentiras y omisiones.

Al jefe del Ejecutivo le enoja que existan voces que difieran de sus postulados, cuando se olvida que en una democracia coexisten las diferencias y le dan sustento.

¿Por qué hacer oídos sordos a las demandas llorosas de las madres que reclaman al Presidente de su país les permita coadyuvar con la autoridad en la búsqueda de sus familiares desaparecidos? Hay orfandad en los cientos de familias que hacen el trabajo judicial, ya que la Fiscalía General no ha atendido ese desafío. Pareciera impermeable al dolor de las victimas. Y, por cierto, ¿Qué pasó con la Ley de Victimas? ¿Alguien se acuerda?

¿Por qué hacer pasar inadvertidas las 1,602 muertes de niños con Cáncer que fallecieron por falta de medicamentos oncológicos, tan sólo de diciembre del 2020 a abril de este 2021?

¿Por qué al soslayo de una sonrisa, el Presidente dice que “gobernará 6 años más? Y luego concluye; “porque trabajaré el doble durante los tres que faltan”.

¿Por qué manosear la democracia cuando admite que sí interviene en el proceso electoral para denunciar irregularidades cometidas por los partidos opositores a su gobierno, pero no toca las irregularidades en que caen los propios morenistas?

¿Acaso le estorba la Constitución?

No se trata de derechas o de izquierdas, todos los sistemas políticos respetan su Constitución, sean demócratas o anti demócratas.

Hoy por hoy, aquí no hay mecanismos de rendición de cuentas. Más del 60% de presupuesto de gasto en inversión se hace por asignación directa. No les gustan los concursos; hay total opacidad en las asignaciones. ¿Dónde quedó la transparencia?

Hasta hoy, el discurso anticorrupción no se ha traducido en hechos.

Pero eso sí, en la agenda mañanera no falta la agresión, ya a modo personal, contra el árbitro de las elecciones, el Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, a quien acusa por su nombre, de antidemocrático.

El señor Presidente, abiertamente, señala que ya habló con el Fiscal General de la República para tal o cuál asunto.

¿No que el Fiscal era independiente y autónomo? Y a propósito, ¿Qué hay de un plan en los hechos en el tema de la persecución criminal?

¿Qué se sabe del caso Emilio Lozoya ? Que siendo Director de Pemex vivió como príncipe, lucró con el puesto, lo encarcelaron en España y llega extraditado a México – con gastritis- directo a un hospital de primer mundo y de ahí a su residencia a seguir viviendo y bebiendo como príncipe.

Los asesinatos, las desapariciones, las masacres y las violaciones no aparecen en la hoja de ruta de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

En esta época de elecciones se ha registrado el mayor número de crímenes contra aspirantes a puestos de elección popular y asesinatos contra periodistas, nunca antes registrado.

El presidente Andrés Manuel López Obrador no acepta, por lo tanto no respeta, las reglas del INE, violarlas es cruzar la línea roja; un camino peligroso que socava el andamiaje de la democracia.

¡La democracia está bajo asedio!

El discurso anti sistémico del Presidente es de un régimen que desprecia los formulismos, simplemente hace una política cruda, política al desnudo.

Por otra parte, el sistema de partidos está mostrando su cara flaca. Sólo cuando los partidos políticos sean fuertes y no coaligados se estará construyendo la democracia .

Lo que tenemos hoy es un modelo que insiste en construir un esquema del pasado, no para el futuro.

¡Digamos la Verdad!