Por Libertad Bajo Palabra

El riesgo de que los alumnos de educación primaria, secundaria y básica regresen a clases no es una cosa menor; no es el riesgo a que se contagien de piojos o a que pesquen algún resfriado. Si fueran piojos, pues es lo de menos, se compra uno de esos peines para piojos o se pone el Herklin y asunto arreglado; si fuera un simple resfriado, pues con un poco de Vick VapoRub en el pecho y en la espalda quedan. Pero estamos hablando de un virus que ha infectado a 193 millones de personas en el mundo y que ha matado a cuatro millones 140 mil personas. Tan sólo en México, han muerto 238 millones de personas.

Arriesgar a los hijos al contagio del SARS-CoV-2 sólo porque el presidente López Obrador lo ha decretado, es un asunto que se debe de pensar seriamente. Vale mencionar que, en este momento en nuestro país, la variante Delta del coronavirus es la que predomina; una variante que es cinco veces más contagiosa que el primer coronavirus.

Recientemente se ha informado que los jóvenes son presa de este virus, y que a los hospitales cada día llegan más menores de edad enfermos. Eso no lo entiende el presidente de México cuando dice que habrá «regreso a clases en agosto llueve, truene o relampaguee». No sabe el presidente que en realidad está diciendo: «Regreso a clases en agosto muera quien muera».