Hace unos días, comentábamos en este mismo espacio que, luego de los hechos que se están viviendo políticamente en Veracruz, parecía, se veía y todo hacía indicar que un político veracruzano estaba siendo cercado. Cercado en el concepto de que, se entendía, estaban a punto de pasarle el cobro de facturas pendientes.

Hoy, simplemente baste decir que, al mencionado político, hablando en términos beisbolísticos, lo tienen en tres bolas y dos strikes y se avizora más un ponche que la base por bolas.

Si quienes nos informan no les pasaron errónea la información y, a su vez, los datos que nos trasmiten son fidedignos, para que pinza en torno al personaje se termine de cerrar, parece ser que un alto mando de la FGR –Fiscalía General de República-cuyo nombre no nos fue proporcionado, podría, por su edad, presentar un cuadro de una extraña “enfermedad”, pedir licencia o solicitar su renuncia al cargo que ostenta o, en  el último de los casos, sería designado por el propio Presidente de la República como Embajador o Cónsul en algún punto del planeta. Y con eso se cerraría la pinza.

¿Qué que tiene que ver la “enfermedad” o el nuevo  nombramiento del alto funcionario de la FGR, cuyo nombre no nos fue proporcionado, con el tema que nos ocupa y cuyo título denomina el presente editorial, en concordancia con el escrito hace un par de semanas? ¡Ah, bueno! Resulta que el personaje veracruzano, casi cercado, tiene y mantiene, desde hace muchos ayeres, una buena y estrecha relación de amistad con el alto funcionario en comento. Ello, simple y llanamente, es lo que ha impedido cerrar la pinza.

La suerte ya está echada.