Cuando se creía que todo iba a cambiar, resulta que siempre no. Cuando los mortales se imaginaron que el cambio anunciado sería verdadero, resultó con que “dijo mi mamá que siempre no”

Ejemplo de lo anterior es ver cómo la canasta básica, ese utensilio que contiene los productos básicos – por eso es básica- que deben de estar de manera permanente en todos los hogares de este país, pues, a simple vista, se observa que cada vez está más y más alejada.

Las alzas a los productos como la tortilla, el huevo, la leche, hacen que la mal llamada canasta básica, ahorita, ande por las nubes si no es que ya va llegando a Marte o a Plutón. Hablar de que en los hogares se consuma carne de res, cerdo o pollo, “solamente por medio de un milagro divino” nos dijo una señora con la que platicamos el fin de semana en el mercado, donde andaba buscando los productos más baratos para el consumo de su familia para   la  presente semana.

Lo más curioso de todo esto, de que la Canasta Básica ya no llegue a los hogares del pueblo bueno y sabio, es que las organizaciones obreras y demás sectores se encuentren en completo silencio, dejando en la orfandad a miles de mexicanos que buscan la manera ya no de subsistir, sino de sobrevivir.

El aumento a los precios del gas,  la electricidad, gasolina, etc., son la puntilla que viene a dar la estocada final a una gran cantidad de mexicanos que ya no saben qué más hacer para salir adelante con la alimentación familiar.

Y de continuar las cosas por ese mismo rumbo, en tanto la multicitada canasta básica se siga alejando de las mesas del pueblo bueno y sabio, más riesgos habrá para que la Cuarta Transformación siga su camino en el 2024.

Estamos a tiempo.