Muchas voces se han escuchado en cuanto hace al regreso a clases presenciales en Veracruz. Ello, a pesar de los brotes, rebrotes y apariciones de nuevas cepas del famoso coronavirus.

Del regreso a las aulas, han hablado los gobernantes, del presidente para abajo y, en los Estados, como pericos, muchos mandatarios ya hasta han dado fecha para que maestros alumnos y personal directivo se reincorporan de lleno a sus actividades.

Desinhibidos, los funcionarios han externado que ya se encuentra todo casi listo para que en este mismo mes de mayo, las actividades educativas se restablezcan y todo vuelva a la normalidad.

Por su parte, maestros, padres de familia y alumnos, han opinado que no podrá haber retorno a las aulas hasta en tanto no se hayan aplicado las vacunas correspondientes a todos aquellos que tengan que ver con el tema educativo.

El anuncio del regreso a clases, en cometario de los propios padres de familia, no puede ser posible, toda vez que las aulas y muchos centros escolares no se encuentran en condiciones físicas óptimas para recibir a los alumnos. Y afirman – lo que no es un secreto- que muchas escuelas en diferentes puntos de la geografía veracruzana, fueron visitadas por los amantes de lo ajeno y, literalmente, vaciadas.

Por su parte, maestros de diversos niveles y de distintos puntos del estado, han externado que se ve prácticamente difícil, por no decir que imposible, que en el presente período escolar, o le que queda aún para concluir, los maestros y maestras acepten incorporares a sus centros de trabajo, “toda vez que el gobierno no acepta que el contagio del coronavirus se contemple como riesgo de trabajo”

El personal administrativo – oficinas, intendencia, vigilancia, etc.-  han comentado que, en primer término, las escuelas se encuentran en condiciones  físicas deplorables, es evidente la falta de mantenimiento de la mayoría de los espacios y el deterioro, luego de  más de un año de permanecer cerradas, lo que imposibilita el regreso; y toda vez que muchos no han recibido la vacuna, más complicado se torna el panorama.

Las preguntas surgen como hongos después de una tarde de lluvia: ¿Quién pagará los sanitizantes, para aplicarlos de manera diaria a los alumnos y maestros que ingreses a la escuela? ¿De dónde sacarán el gel y los desinfectantes suficientes para aplicarles a los alumnos? ¿A dónde acudirán los maestros, en caso de surja un contagio en la escuela? ¿Sabrán los estudiantes mantener “Susana distancia”? ¿Quién o qué maestros podrá imponer que los estudiantes mantengan su sana distancia, sus hábitos de desinfección, etc?

Hablar de manera unilateral de un regreso a clases, sin antes escuchar a las demás voces participantes, puede convertirse en un diálogo de sordos y, lo que parece un buen deseo o buena intención, puede terminar convertido en una verdadera catástrofe.  

Por ello, el sugerente título:

En este regreso a clases… ¿regreso?