En Chiapas, el pueblo bueno, por lo que se vio en la pasada gira del presidente de la república, ha dejado, al parecer, de ser bueno. Pero de que el pueblo es sabio, es sabio.

Y en su gran sabiduría, porque no les han cumplido sus demandas, un numeroso grupo de maestros de la CNTE, bloquearon el paso a la comitiva presidencial, pararon el convoy y no permitieron que el señor presidente hiciera su mañanera desde aquella capital de estado.

Y no es la primera vez que el pueblo bueno, deja de ser bueno con el jefe de las instituciones. Pero su atrevimiento, el del pueblo, no les quita lo sabio. Ya son varios los estados en que grupos de manifestantes, con excesiva molestia y rudeza, detienen los vehículos en que se conduce el gran tatiasca y le amargan el día.

Aunque hay que decir que no nadamas son los manifestantes del pueblo bueno, los que le echan a perder sus buenos ratos y sus alegres visitas a don Andrés Manuel.

En Córdoba, Ver., a donde acudió el oriundo de Macuspana para celebrar los 200 años de la Firma de los Tratados de Córdoba, el primer mandatario fue enterado de que, en este girón de suelo mexicano, ya guarda un gran parecido con Guanajuato, la tierra del gran José Alfredo Jiménez, porque allá, al igual que acá, la vida no vale nada.

Porque, sin duda, el jefe del Ejecutivo Federal, por medio de su excelente equipo de asesores, debe de estar enterado de que, horas antes de su arribo a tierras jarochas, y a las pocas horas de su partida, los balazos –que no abrazos- estaban cobrando la vida de veracruzanos, sin que se esclarezca ninguno de los casos.

Así, entre chiapanecos que dejan de ser pueblo bueno porque increpan al jefe de las instituciones y un Veracruz violento que se mantiene al rojo vivo, donde lo mismo matan a periodistas que a políticos, las caras alegres y las promesas de ayer, se empiezan a diluir y en los rostros asoma un rictus de desencanto por el fracaso que ya se avizora en el corto plazo.

¡Ah, y apenas van 1000 días!