Queda claro que Ecuador violó la Convención de Viena de 1962 el pasado vienes en el asalto a la embajada Mexicana en Quito para capturar al exvicepresidente Jorge Glass y que es inadmisible, pero ¿qué hubiera pasado si México hubiera seguido con sus planes?

Porque ese mismo día el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, confirmó que le daría asilo, después de haber hecho una serie de comentarios desafortunados en su conferencia de prensa mañanera en esa semana sobre el asesinato de Fernando Villavicencio y su impacto en las elecciones, que llevaron a la declaración de la embajadora mexicana como persona no grata y a su consecuente expulsión.

A Jorge Glas la justicia de su país lo tiene en la mira. Sirvió bajo los mandatos de Rafael Correa y Lenín Moreno, fue condenado por los delitos de asociación ilícita (2017) y cohecho agravado (2020) en conexión con la trama Odebrecht, por los que fue sentenciado a seis y ocho años de prisión respectivamente. En noviembre de 2022, Glas salió de prisión después de cuatro años y medio de cárcel tras un recurso de hábeas corpus que presentó su abogado y que le otorgó la libertad provisional por cumplimiento parcial de su condena.

Además de esto, está acusado de peculado. Es decir, de tomar recursos del erario. Se analiza la malversación de recursos en el caso de reconstrucción de la costera de la provincia de Manabí, tras el terremoto de 2016. No obstante, esto no le impidió acudir a la sede de la embajada en Quito desde diciembre de 2023 para pedir asilo “por ser víctima de una persecución y porque su seguridad estaría en riesgo.”

La misma Convención de Viena, e incluso la de Montevideo de 1933 y la Convención de Caracas de 1954, mencionan que no es lícito conceder asilo a personas inculpadas en delitos comunes, como era la situación de Glas, y en este sentido la cancillería ecuatoriana menciona que hicieron llegar toda la documentación que demostraba, a través de la Corte de Justicia, cuál era la situación del entonces huésped, y después solicitante de asilo, para que no se proceda porque no correspondía. A lo que México solamente respondía que estaban “analizando el caso.”

¿Qué hubiera pasado si Jorge Glas hubiera salido de su país por conducto mexicano? ¿La comunidad internacional hubiera reaccionado igual

Porque queda claro que ante tal evento desafortunado América Latina y el mundo han cerrado filas con México y hoy Ecuador es visto con recelo, temiendo se convierta en un mal ejemplo para las relaciones internacionales y que las misiones diplomáticas de los países sean violentadas con el uso de la fuerza.

El costo ha sido alto para el presidente Daniel Noboa a nivel internacional pero también nacional. Las fuerzas combinadas con el partido centrista de Noboa sumaban 92 de los 130 legisladores en la Asamblea, pero ahora la salida de los 51 diputados correístas de esa alianza de facto (no había nada firmado) va a suponer un quebradero de cabeza al presidente.

El correísmo tendrá, si se suma a sus aliados, la capacidad de bloquear el Legislativo y aquí es interesante resaltar que el expresidente Rafael Correa declaró desde su exilio en Bélgica, -tras ser condenado por cohecho, pena que él considera fruto de una persecución política- que “Noboa cree que manejar un país es manejar su hacienda bananera”.

Las cosas se viven con tranquilidad desde el exilio y por eso insisto que ¿qué hubiera pasado si Ecuador fuera México?

El último en salir, apague la luz.