En vacaciones de Semana Santa acudía al poblado de la Concepción municipio de Álamo, al norte del estado de Veracruz. Junto a la casa de mi hermano hay una iglesia católica y en esos días era común ver la tradición religiosa donde la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo formaba parte de la festividad del pueblo.

Últimamente, me he percatado que esta tradición -la más importante del mundo católico y del cristianismo en general- ha perdido adeptos. El santuario completamente desolado, sin feligreses, muestra que una parte de la feligresía se aleja cada día más de los dogmas y creencias de la capilla católica.

Al cuestionarle a algunos habitantes del por qué hay menos gente en las iglesia del pueblo, comentan que la religión católica está perdiendo ante los nuevos grupos religiosos que proliferan en la comunidad sin embargo, poniendo mayor atención al tema, me doy cuenta que este es un fenómeno mundial.

La inseguridad, los fines económicos, políticos e ideológicos de algunos hacen que grupos aprovechen la ocasión para ofrecer ayuda o satisfacer nuevas necesidades, sin importarles dejar a un pueblo sumergido en la ignorancia de la fe.

La necesidad que tiene la sociedad por una auténtica experiencia con Dios es cada día más nula. También deja al descubierto que no hay un interés universal donde la comunidad cristiana y los demás grupos evangélicos tengan un beneficio hacia un ecumenismo entre las religiones.

Los predicadores de metodismo, luteranismo, congregacionalismo y el episcopalismo deberían ponerse de acuerdo y dejar que Jesucristo nos una los unos con los otros para encontrar la paz en estos días de tormenta. Cabe hacer mención que esta unión podría evitar las discusiones y confusiones  entre la sociedad.

La agenda religiosa está quedando aun lado, dejando a una sociedad a su libre albedrío y renunciando a toda creencia en estos días de reflexión y oración. ¿Quién cambia todo eso por acudir a vacacionar y a turistear por las playas y ríos, sin importarles el verdadero motivo de los días de asueto?

Vivir la Pasión de Cristo es examinar nuestra relación con Dios, rescatando los principios de la fe, rescatando los valores como ser una persona llena de amor por los demás, de vivir en armonía, paz y para encontrar la alianza entre la divinidad y el hombre.