• El marcelismo la suelta en la recta final * Meses simulando que operarían para Morena * Una imagen de Marcelo rompe el pacto * Coatza, “la residencia prestada de Rocío Nahle”: Héctor Yunes

Por Mussio Cárdenas Arellano

Herida de muerte, Rocío Nahle ya ve perdido su bastión, alucinando a Marcelo Montiel, su operación a ras de tierra, sus virtudes y tretas, lo que sea para llevar a Pepe Yunes al gobierno de Veracruz.

Todo se imaginó, menos el regreso del ex alcalde de Coatzacoalcos a 10 días de la elección, apuntalando al PRIANRD en el precierre de campaña de Xóchitl Gálvez, candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, la abanderada de la oposición.

Su antiguo rival, en 2012, luego su aliado, en 2015, deja la quietud y el ocio, la vida de campo, los mangos y las reses y las pacas en su natal Naranjos, Puente Nacional, para arrebatar los votos que sepulten a Morena en Coatzacoalcos y liquidar el sueño de Nahle de gobernar la entidad en la que hubiera querido nacer.

Una imagen, Marcelo Montiel Montiel a unos metros del Centro de Convenciones de Coatzacoalcos y de las Torres Teatro, el sitio en que se monta el escenario para el mitin estelar de Xóchitl Gálvez, detonó el alineamiento del marcelismo con Pepe Yunes Zorrilla, candidato de la Coalición Fuerza y Corazón por Veracruz.

Circuló la noche del jueves 23. A su lado, Héctor Yunes Landa, un presupuestívoro de marca que ya fue senador y diputado federal y local y ahora volverá al Congreso de Veracruz por la vía plurinominal. Con ellos, Jesús Moreno Delgado, alfil marcelista, y Guillermo Franco, el enviado de Pepe Yunes al sur, su voz, su oído, su operador, y más allá, un metro atrás, claramente atrás, el líder del PRI local, Octavio Sen Ávila.

Y hubo una frase, expresada por Yunes Landa en redes sociales, que atizó el fuego: “Celebro la participación de Marcelo Montiel en el próximo cierre de campaña de Xóchitl Gálvez y Pepe Yunes en Coatzacoalcos; su experiencia y enorme potencial de operación política será determinante en el triunfo de la coalición PRI PAN y PRD en Coatzacoalcos, la residencia prestada de Rocío Nahle”.

Retumbaron dos mensajes: el “enorme potencial de operación política” y que Coatzacoalcos es “la residencia prestada de Rocío Nahle”.

Y fluyeron más fotos. Y corrieron las reacciones. Y el marcelismo salió del letargo. Los apáticos se encendieron. Los arrepentidos se activaron. Los desorientados se volvieron a centrar. Y los detractores del PRIANRD, cual debe de ser, brincaron: que su Plan C, que 5 de 5, que Morena Va, que Claudia ganará.

Y en el war room de Rocío Nahle hubo taquicardia. Ya no duermen. Se vienen destrozando un día sí y otro también. Las trapacerías de la “zacatecana de verdad” fueron filtraciones desde la Secretaría de Energía y desde Morena. La mansión y el terreno en El Dorado, Boca del Río, se supo gracias a la lengua viperina del desgobernador Cuitláhuac García. El cónclave en Casa Veracruz trascendió porque el “caza chichifos” Esteban Ramírez Zepeta, en un arranque, lo soltó, tal como lo cuenta el periodista Raymundo Jiménez.

Sólo les faltaba perder aliados en Coatzacoalcos, fracturar la operación política del priismo que les dio triunfos en 2017, 2018 y 2021, y el marcelismo se les abrió.

La connivencia con Marcelo Montiel data de 2015 cuando el priista y la zacatecana unieron fuerzas para reventar al candidato del PRI a diputado federal por Coatzacoalcos, Rafael García Bringas.

Entonces Rocío Nahle se catapultó. Fue coordinadora de la bancada de Morena en San Lázaro. De ahí se proyectó al Senado, en 2018, y al asumir la Presidencia el Supremo Porro, Andrés Manuel López Obrador, la envió a la Secretaría de Energía para dirigir el negocio de su vida, la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, un barril, no de gasolina sino un barril sin fondo, un tesoro de 20 mil millones de dólares, mientras se daba gusto adquiriendo casas, terrenos, departamentos y soltándole al futuro yerno, Fernando Bilbao Arrieta, la autorización para una gasolinera.

Marcelo Montiel hizo ganar a Morena en 2017, en las elecciones municipales de Coatzacoalcos; en 2018, en la presidencial, Senado, diputación federal y local y gobierno de Veracruz, y en 2021 en diputaciones federales, locales y alcaldía de Coatzacoalcos.

Morena no gana elecciones. No opera políticamente. No sabe trabajar el voto a ras de piso. No sabe amarrar al elector. En Coatzacoalcos, sus triunfos se deben –se debieron– al marcelismo. Pero ya no.

Morena pierde un aliado y al motor de sus votos. En nueve años, el marcelismo se diseminó en el espectro electoral. Víctor Rodríguez Gallegos, uno de los alfiles de Marcelo Montiel, operó desde el Partido Verde Ecologista de México hasta septiembre de 2023 cuando se abrió.

El ex alcalde Joaquín Caballero Rosiñol se posicionó en el Partido del Trabajo, en 2021, intentando incrustar un regidor –o regidora– en el cabildo de Coatzacoalcos pero la votación no le alcanzó.

Previamente había colocado a su brazo derecho, Oliver Damas de los Santos, como regidor priista en el ayuntamiento encabezado por el morenista Víctor Manuel Carranza Rosaldo. Su voto siempre fue validando las trapacerías de Morena.

Luego migraron del PT al Partido Verde, hoy presidido por Juan Carrera Molina, ex titular del área jurídica en Obras Públicas Municipales en el primer ayuntamiento marcelista y director de Desarrollo Urbano en el gobierno de Caballero Rosiñol.

El marcelismo ha tenido un lugar reservado –hasta ahora– en los ayuntamientos morenistas. Decenas de seguidores de Marcelo Montiel y sus operadores electorales están adscritos a la nómina municipal en Coatzacoalcos.

Así cumplió Morena. Sostuvo con recursos públicos la estructura electoral marcelista, y a cambio se agenció dos presidencias municipales, la de Víctor Carranza y la de Amado Cruz Malpica; las dos diputaciones federales de Tania Cruz Santos; las diputaciones locales de Amado Cruz Malpica y Eusebia Cortés; los votos para las senadurías de Norma Rocío Nahle García y Ricardo Ahued Bardahuil; los votos para el desgobernador Cuitláhuac García Jiménez, y los votos para López Obrador. Hasta que el pacto se quebró.

Hoy, Marcelo Montiel no le disputa votos a Morena. Dirigirá sus votos, que antes daba a Morena, hacia Pepe Yunes Zorrilla. Y de paso, esos votos apuntalarán a los candidatos del prianismo, Miguel Ángel Yunes Márquez y Sara Ladrón de Guevara para el Senado; Martha Fernández y Mónica de Hombre Carranza, candidatas a diputada federal y local por Coatzacoalcos, respectivamente.

El deslinde del marcelismo comenzó en 2023, encubriendo cuanto hacían, sin alzar polvo, caminando las calles, permeando la geografía de Coatzacoalcos. A lo largo de varios meses simuló que operaría para Morena, instruyendo a sus bases a colocar lonas con la imagen de la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum Pardo, y la propaganda de Rocío Nahle García.

Así hasta el martes 21. Esa mañana, frente a la prensa de Coatzacoalcos, uno de los alfiles marcelistas, Víctor Rodríguez Gallegos, mostró el rostro, se decantó por Pepe Yunes. A su lado, la ex primera dama del municipio, Guadalupe Félix Porras.

Y el cerrojazo lo dio Marcelo Montiel, el jueves 23. Esa noche, en el sitio donde se erige la estructura en que se realizará el precierre de Xóchitl Gálvez Ruiz, el domingo 26, el de Naranjos lanzó el mensaje: Morena ya no.

Fulminada, Rocío Nahle ahora irá, si puede, por los votos que le aporten los programas sociales, sin operación a ras de tierra, sin permear, sin amarrar al votante potencial porque esa era tarea del marcelismo.

Herida de muerte, Nahle ya ve perdido su bastión.

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