OPINIÓN/Bernardo Gutiérrez Parra

Si algo le aterra al gobernador Cuitláhuac García Jiménez (más que Eric Cisneros sea el poder tras el trono), es que lo corran de la gubernatura. Ojo, no le aterra el hecho de que lo suban para abajo enviándolo a la Ciudad de México a una oscura subsecretaría, eso lo tiene sin cuidado. Sino que lo corran de manera ignominiosa porque eso sería el peor de sus fracasos.

Cuitláhuac, que trata de imitar en todo a López Obrador, se diferencia de éste en que no quiere saber nada de un referéndum para la revocación de su mandato. Mientras el tabasqueño ha dicho a sus adversarios que la revocación la pueden organizar cuando les plazca, Cuitláhuac no duerme ante la posibilidad de tener que beber ese amargo potaje.

Conscientes de lo anterior, los legisladores de Morena que son mayoría en el Congreso local, eliminaron en mayo la revocación de mandato para dejarla más o menos así: “No podrán ser objeto de consulta popular… la permanencia o continuidad en el cargo de los servidores públicos de elección popular”, con lo que “blindaron” al gobernador.

Y listo.

Esto se hizo como parte de las Reformas Electorales que promovieron los morenos y entre las que destacaban quitar el 50 por ciento de las prerrogativas a los partidos políticos, reducir de cuatro a tres años el periodo de los alcaldes, pero con opción a reelegirse. Y la desaparición de los consejos electorales municipales para que todas las urnas con los votos se concentraran en los consejos distritales.

Esto último fue una manifiesta patraña violadora de las leyes electorales que hubiera permitido a Morena ganar las elecciones con más facilidad de las que ganaba el PRI. Pero a los legisladores morenistas no les importó y le llevaron todo el paquete a su gobernador que lo recibió como una ofrenda.

Con lo que no contaban es que ese mismo paquete, pero en calidad de documentación incriminatoria, lo llevaría la oposición a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y tras examinarlo, los magistrados concluyeron este lunes que lo que hicieron los morenos fue una marranada y ordenaron: “el restablecimiento de la vigencia de las normas anteriores a las reformadas, las cuales no podrán ser reformadas durante el proceso electoral próximo a iniciar, salvo que se trate de modificaciones no fundamentales”.

Y la revocación de mandato vuelve a estar vigente.

Esto no sólo le movió el tablero a Andrés Manuel sino todo el piso del Palacio Nacional. Si lo que deseaba era aguantar a su muchacho hasta el 2024 ahora tendrá que cambiar sus piezas, algo que le molesta sobremanera.

Sabe que Cuitláhuac no aguantará una revocación porque es uno de los gobernadores peor calificados del país. Sabe que su discurso sobre la honestidad de Cuitláhuac ya no pega. Como tampoco entusiasma a la concurrencia decirles que su pupilo no es como los gobernadores de antes, porque Cuitláhuac está resultando peor que los de antes.

La resolución de la Suprema Corte quizá obligue al presidente a quitar a Cuitláhuac en diciembre y llevárselo a la Ciudad de México. ¿Pero a quién poner en su lugar? ¿A Eric Cisneros? Ni Dios lo mande. ¿A Ricardo Ahued? Sería el indicado pero el empresario va a querer gobernar al margen de Palacio Nacional, es decir, no será dócil como Cuitláhuac. ¿A Rocío Nahle? Uta no, menos. ¿Quién terminaría la refinería?

Lo cierto es que no hay mucha tela de dónde cortar para sustituir al ingeniero mecánico electricista que es muy buena onda pero ha resultado un fiasco como gobernador; que será muy honesto pero ha permitido la deshonestidad, el nepotismo, la corrupción y el latrocinio en su gobierno.

Vaya bronca la que tiene en puerta López Obrador. Y vaya terror el que debe estar sufriendo Cuitláhuac García si por la de malas se queda en la gubernatura y tiene que afrontar la revocación de su mandato. Revocación que lo dejará a merced de los veracruzanos.

Pobre hombre.

bernardogup@hotmail.com