Conozco a Adolfo Mota desde que se convirtió en el diputado local más joven en la historia del Congreso veracruzano.
Quizás por haber llegado a ser dipu-chavo en tan corta edad, creo que 24 años, es que su comportamiento siempre me parecía el de un señor encerrado en el cuerpo de un joven.


Misma actitud asumió en el PRI. La responsabilidad en sus espaldas debió obligarlo a mantener esa compostura que exigía el cargo que también conservó en los puestos que tuvo en la secretaría de Educación.
En esos lapsos, recuerdo que nuestros caminos se cruzaron el día que iba a asumir el cargo de secretario. Coincidimos en un restaurante. Nos saludamos. Me dio su teléfono en la cortesía propia de la ocasión y ya.
Pasaron los años y una noche, me llamó para preguntarme si podía atender a un amigo mutuo y a la vez, me cuestionaba si podía él pasarle mi celular. Eso sí, siempre manteniendo la solemnidad propia que lo caracterizaba.
Un día escribí sobre la posibilidad de que participara como candidato a diputado federal y me mandó un mensaje de agradecimiento. Me dijo que muchos amigos y familiares se lo estaban reenviando.
La última vez me lo encontré en una cena de post-cumpleaños con dos amigos. Andaba en precampaña. Lo vi más flaco de lo normal pero no fue lo único que noté en él. Irradiaba algo distinto y distante al Adolfo Mota que yo conocía… sonreía con placer, con facilidad, aunque parezca extraño decirlo.
Ya casi concluyendo lo que ha sido su campaña de candidato a Diputado federal, si se pudiera calificar al más dinámico en su promoción al voto, sin duda, es Adolfo Mota: corre, brinca, le chingó los Panam a Elías Assad para ponerse uno de color diferente en cada pie… ya lleva rojo y amarillo; azul y rojo y las demás varientes que pueda haber con esos cromos.
Igual hace videos de sus recorridos como otros dignos para llevarlos a TikTok.
Lo mismo baila que brinca, agarra un tambor, se pone la gorra al revés, se desfaja, come como pelón de hospicio, sin que ello merme el mensaje que lleva en sus propuestas como candidato a Diputado federal.
Adolfo Mota, pues, está disfrutando ser candidato, hacer campaña, recorrer los distritos, sea a pie o a caballo… y estoy seguro de algo: esa energía con la que vive este momento político-electoral la contagia a sus compañeros en esta cruzada… a Américo Zúñiga, a Dana Díaz, a Lillian Cerecedo, ¡vamos! ¡Hasta al mismo David Velasco Chedraui!
Del Dipu-Chavo que conocí al Chavo-Ruco candidato, hay algo que no logro asir, entender, comprender… sí, pareciera que no es el mismo pero si es así, es en positivo; da gusto ver a estos políticos disfrutando como nunca la política, la campaña, los discursos, el contacto con la gente…

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