Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

Con el transcurso de los días y los acontecimientos, el senador Ricardo Monreal ha venido dando señales de su radicalización respecto a su partido, Morena, por cuanto a la marginación de que se siente objeto y la creciente percepción de que no habrá marcha atrás en la decisión de apoyar a Claudia Sheinbaum como candidata a la presidencia en 2024, y que, en todo caso él no figura en los planes de ya sabemos quién para ese propósito.  Monreal ya vivió la experiencia de saberse postergado en 2018, cuando a través de una “encuesta” la ahora Jefa de Gobierno de la CDMX le “ganó” la candidatura, pero entonces AMLO andaba en campaña para la presidencia y lo convenció para deponer su resistencia, a cambio de lo cual obtuvo la senaduría y la Jucopo. Sin embargo, ahora las circunstancias son de otra índole, pues AMLO ya es el presidente, tiene su propio proyecto y difícilmente cambiará su estrategia de decidir candidaturas por la vía de las encuestas y la tómbola, “a modo”. El viernes pasado, Monreal reiteró en Monterrey su desacuerdo con el método de las encuestas, y subrayó: “Si las reglas de la elección interna se abren, ahí me quedaré; pero si no se abren, vamos a ver”; aprovechó para formular su diagnóstico sobre Morena: “Yo creo que Morena sobrevive en gran parte y está arriba por el Presidente de la República, no por el trabajo de base territorial y de dirigentes”. Hasta ahora no hay respuesta a esa expresión autocrítica, aunque será interesante conocer si se derivan rayos y centellas, surgen llamadas conciliadoras, o simplemente se pasan por alto. Pero, por alguna razón el presidente adelantó el proceso sucesorio, una de ellas pudo estar alimentada por la estrategia de poner al descubierto esta clase de disidencias respecto a sus directrices para cuanto antes buscarle el remedio adecuado.  Ahora, respeto al método de encuestas y de tómbolas para decidir candidaturas, le asiste la razón a Monreal, porque si bien llegó a implementarse en la democracia griega, tantas veces categorizada como paradigmático ejemplo de gobierno del pueblo, siempre estuvo bajo la crítica razonada de la gente pensante de aquellos tiempos, pues no veían con buenos ojos dejar a la suerte la elección de los gobernantes. Salvo que como candidatos se eligiera a los más capaces, decían Sócrates y Platón, para tener gobernantes aptos en el desempeño de la función pública. De otra manera, dejar a la suerte por el procedimiento de una tómbola o una “consulta” a modo, la elección derivaría en una Kakistocracia, o sea, el gobierno de los ineptos. Y en eso todos estaríamos de acuerdo, Morena debiera abrevar de sus experiencias para ponerle más atención al asunto; basta recordar acá en la aldea cuando en 2016 por el procedimiento de la tómbola candidateó y llevó a la legislatura local a buen número de diputados, tres de los cuales en muy corto tiempo desertaron de sus filas para incorporarse a otras siglas. Casi siempre, si se atienden, los errores enseñan.