Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

“Esa pregunta ni se pregunta”, canta el argot pueblerino cuando se formula una interrogante como la del presidente López Obrador: “en otros países, en Estados Unidos, y en naciones de Europa los menores ya volvieron a las aulas, por lo que se preguntó: ¿por qué nosotros no? El margen para la respuesta es bastante amplio: porque en México no se ha podido domar la pandemia; porque al no hacerse las pruebas suficientes el riesgo de contagio es elevado; porque la población no vacunada aún supera en mucho a la que ya tiene la dosis completa; porque gran número de escuelas carecen de las condiciones para garantizar menor riesgo de contagiarse; porque el aserto presidencial de “fallecen pocos jóvenes, niños, comparado con adultos mayores y quienes tienen enfermedades crónicas” no es ningún consuelo; porque el presidente ofrece que hasta octubre “todos los mexicanos mayores de 18 años podrían contar con cuando menos con una dosis…” y la vacuna efectiva implica tener puestas las dos dosis; porque es probable que para mediados de agosto lleguemos al pico más alto de la actual embestida; porque, si el presidente asegura: “México no está en los primeros países con mayor gravedad por la pandemia…” entonces no entendemos el cuarto lugar mundial en número de defunciones, y, finalmente, porque si es voluntario el regreso a clases ¿para qué exponer la valiosa vida de nuestros hijos?